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Está es una anécdota de Football Manager.

Los adeptos al juego entenderán el valor de una buena anécdota de cualquier versión del FM. Los que no los conozcan merecen una pequeña introducción para aceptar leer una historia condicionada por una realidad alterna.

Seguramente todos los que entran a este blog habrán jugado alguna vez al Pc Fútbol. Los que nos quedamos con ganas de más ediciones nos pasamos al Championship Manager, en mi caso, la versión 2001-2002. La siguiente, el CM 4 introdujo la simulación de partidos, trazada en un campo de juego con círculos que representan jugadores, cual pizarra de DT. Tras el CM 4, la empresa que lo produce sufre una división en su Staff, produciendo dos juegos anuales distintos por dos compañías distintas. Así nace el FM, que, tras combatir mano a mano contra el Championship Manager, se vuelve el juego de Rol de Fútbol más importante del momento.

El Football Manager es un generador de realidades alternas donde el talento puede lograr un mundo futbolístico donde el Swansea destronó de la cúspide al Barcelona. El FM anticipa grandes jugadores que vendrán, con un margen de acierto muy alto. Sin ir más lejos, jugando con River en la B en la edición 2012, aposté por Ocampos, Balanta, Cazares, Ramiro Funes Mori y Giovanni Simeone. Todos estos nombres de juveniles fueron titulares en un año, logrando un Bicampeonato en Primera División. Hay gente, jugadores del FM, que ven menos fútbol real del que deberían, y juzgan potencial basándose en sus partidas de Football Manager. La comunidad misma impulsa el juego, y la investigación llevada a cabo para mantener la base de datos es realizada en un 70% por scouts amateurs, jugadores que tienen equipos asignados y deben reportar informes sobre ellos.

Abundan paginas y blogs donde se comparten desarrollos tácticos, ojeos sobre futuras promesas y «Carreras». Una Carrera es una partida, un juego salvado, una historia de fútbol para compartir.

Esta es una Carrera que decidí jugar en el FM 12, a la espera del retrasadísimo crackeo del FM 13. Agarré a Racing con un triste promedio que lo ubicaba en el puesto 16 de la fatídica lucha por el descenso. Esa temporada salímos segundos de Boca en Inicial y Final y ganamos la copa Sudamericana. Tras un tricampeonato local, Sudamericana y Libertadores, decidí aceptar una oferta del América de México, para probar mi táctica ganadora en un fútbol impredecible. El dibujo de la misma es este:
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Una posesión contundente y ataques incisivos que generaban goleadas varías. El 9 central metía alrededor de 40 goles por temporada, y las jugadas a pelota parada sacaban segundo goleador al central designado a cabecear. En América, el nueve del equipo fue el «Chucho» Benítez, el segundo central Aquinaldo Mosquera. Mis Águilas tuvieron problemas para adaptarse al planteo táctico que les propuse a nivel equipo. En esa fase regular, mi defensa era un riesgo y mi creación nula, pero Benítez metía la cantidad de goles que hicieran falta para salir adelante en cada partido. Inventaba jugadas desde mitad de cancha, trasladando a los choques, pesado, como una mezcla de Cavenaghi con Tévez. Su remate era sorpresivo y contundente. No le sobraban recursos, pero los que tenía eran explotados al máximo. Terminamos cuartos en la fase inicial y salimos campeones en los Playoffs.

Salí con vida del Fútbol Méxicano, y cuando San Pablo me ofreció el puesto no dude en escaparme del país. Los Brasileros se adaptaron rápidamente al sistema y dominaron el campeonato Paulista. Cuando el Brasileirao iba a comenzar, Newcastle me contrató en Agosto, dispuestos a empezar una nueva temporada mirando la tabla de abajo. Ni bien llegado al Toon revise las finanzas para contratar a Benítez, a quien me imaginaba triunfando como Carlitos en la Premier League.

No tuve tal suerte. Compré a lo Caruso Lombardi, reventando £7 M en 20 jugadores. La idea era comprar tipos con atributos muy altos en cosas muy puntuales. Así traje defensores franceses de 29 años con un 19 en remate de Cabeza y un 15 en entradas, pero un 10 en velocidad o un 4 en serenidad. Bombas de tiempo. Y un delantero de Wolves, cedido en Escocia, que tenía un 17 en Remate, y atributos promedio 10. Leigh Griffiths entendió la táctica a la perfección, cerrando la primer ronda de la Liga con 28 goles a favor. El equipo no jugaba bien, pero Griffiths metía uno más que el rival, siempre. La excepción fue un 8-4 que nos propinó Chelsea. El primer tiempo fue 4-4, siempre debajo al marcar. En Enero, Liverpool me ofreció un contrato y 30 millones para gastar.

Un buen plantel, con Gerrard lesionado, séptimo en la general, tres puntos debajo del Newcastle al que dirigía. Acepte sin dudarlo y me encargue de asegurarme los servicios del Ecuatoriano, quien, durante las negociaciones, expresó su deseo de volver a ser dirigido por mi. Eso obligó a la Directiva del América a negociar. El semestre nos vio subcampeones del Manchester United. Benítez fue el goleador con 29 goles en 19 partidos, superando a Griffiths, del Newcastle, quién no volvió a marcar desde mi partida.

Decidí hacer base en Liverpool, dando un balance de 2 Champions League, tres Premiers y dos campeonatos del mundo. El Chucho fue mi figura indiscutida en esa etapa. Semanas después, el crack del FM 13 llegó y no volví a tocar la partida.

Enterarme de la muerte de Benítez me trajo una tristeza inesperada. Siempre es lamentable y trágica la muerte de un deportista en plenitud, pero nunca lo sentí cercano. Ni con el Palomo, ni con Foé, quizás un poco con Saric, por una cuestión de cercanía. Nunca se me murió un ídolo, o siquiera, un integrante del plantel de un equipo cercano a mi corazón. Lo que quiero decir con esto es que, nunca una muerte de un jugador me afectó del modo en que la muerte de un músico lo pudo haber hecho.

Y hoy me siento triste. Y me siento un pelotudo también, pero creo que alguien debe saber lo que es encariñarse con un jugador a través de un juego.

Descansé en Paz, Chucho.

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