Por una cabeza

Bélgica perdió por 1-0 contra Francia en la semifinal de Rusia 2018 por un cabezazo de Umtiti a los 51 minutos que puso fin al sueño de alcanzar la primera final mundialista de su historia para los belgas.

Francia volvió a golpear de arriba. (Photo by Shaun Botterill/Getty Images)

Una cabeza fue lo que definió la semifinal del Mundial de Rusia 2018 entre Francia y Bélgica en el Estadio de San Petersburgo. Una cabeza representa también lo cerca que estuvo Bélgica de alcanzar la final de la Copa del Mundo por primera vez en su historia. Porque si el cabezazo de Fellaini entraba la historia podría haber sido otra. Pero, en un partido que fue tan parejo como se preveía, el cabezazo de Samuel Umtiti a los 51 minutos terminó con la ilusión de los 12 millones de belgas que soñaban con jugar su primera final.

La gran duda que tenía Roberto Martínez para formar su 11 contra los galos era el reemplazante del suspendido Thomas Meunier. Thomas Vermaelen y Yannick Carrasco aparecían como las alternativas más lógicas, pero el español sorprendió con la inclusión de Mousa Dembélé. Formó una línea de 4 en el fondo con Chadli, Alderweireld, Kompany y Vertonghen; Witsel y Dembélé de doble 5; Fellaini por delante de ellos para marcar a Pogba; y adelante Hazard por izquierda, De Bruyne por derecha y Lukaku de 9.

Esa era la disposición táctica cuando el equipo defendía. La idea de poner a Dembélé tenía que ver con reforzar el sector izquierdo del mediocampo y hacerle marca escalonada a Mbappé, principal amenaza ofensiva de Francia. En ataque, el dibujo de Bélgica cambiaba: Chadli escalaba por derecha, se armaba la línea de 3 en el fondo y De Bruyne se cerraba para conducir y dejarle el carril a Nacer.

Dembélé fue importante en defensa, pero quedó a deber en ataque. (Photo by Laurence Griffiths/Getty Images)

Si contra Brasil Bélgica se supo «inferior», contra Francia asumió la responsabilidad. Los dos querían aprovechar los contraataques para lastimar, pero los dirigidos por Didier Deschamps no tenían ningún problema en resignar el protagonismo por completo, cederle la iniciativa a los belgas. Francia no presionaba a los centrales; con los 11 jugadores en campo propio, usaba a Giroud para tapar a Witsel y Griezmann bajaba para colaborar con el tridente del medio Kanté-Pogba-Matuidi.

Ahí estuvo justamente el gran déficit que tuvo Bélgica en el partido. Nunca encontró los caminos para abrir el bloque francés. Gran parte del mérito lo tienen los franceses, que ejecutaron el plan a la perfección, con puntos individuales muy altos como Varane, Kanté y Matuidi. Pero a los Diablos Rojos también les faltó creatividad, movilidad, paciencia para encontrar los caminos y no depender pura y exclusivamente de las patriadas de Hazard. Si la inclusión de Dembélé dio frutos en lo defensivo, en ofensiva fue un fracaso. El de Tottenham no asumió el rol de nexo para hacerle llegar la pelota a los de arriba, eso que tan bien hizo De Bruyne en los primeros partidos. Además, estuvo impreciso y falló varios pases que invitaron al contraataque francés.

En ese déficit se explica la falta de oportunidades de gol generadas por Bélgica. Porque el principal camino para lastimar de este equipo, la contra, casi no existió. Y es que Francia ejecutó tan bien su libreto que prácticamente no lo agarraron mal parado. Se desarmaba muy poco. Cuando atacó y puso varios jugadores en ofensiva, por lo general terminó la jugada y ganó así tiempo para rearmarse. Cuando quedaba algún espacio, cortaban con falta, al mejor estilo Simeone. En el segundo tiempo, una sola vez los delanteros presionaron la salida belga con Courtois y los centrales. Terminó con Giroud bajando a Hazard en la puerta del área en la clarísima falta no cobrada por el uruguayo Cunha.

Si la hubiese cobrado… (Photo by Nico Vereecken / Photonews
via Getty Images)

Martínez dijo después del partido que lograron neutralizar bien a Mbappé y en parte tiene razón. El 10 galo hizo un partidazo. Se cansó de tirar tacos y asistir a sus compañeros. Pero, ya sea con la marca escalonada o con faltas, Bélgica lo contuvo bastante bien. Entre sus enormes cualidades y la confianza que tomó en el Mundial, era imposible anularlo por completo, por eso Bélgica se concentró en no dejarlo ser determinante en los metros finales. Es cierto que si Giroud aprovechaba una de las 2 o 3 asistencias que le dio, otra era la historia. Pero ahí está el mérito, en que no haya sido Donatello el que quedó frente a Courtois y sí el errático Giroud, que todavía no embocó un un tiro al arco en todo el Mundial -y no es por desmerecer el gran trabajo que está haciendo para abrirle el juego a sus compañeros-.

Pero además de la contra, Francia tenía otra arma ofensiva: la pelota parada. Un cabezazo de Varane le permitió abrir el partido contra Uruguay en cuartos y esta vez fue su compañero de zaga el que ganó de arriba a los 51 minutos para convertir el único gol de la semifinal. Cabe destacar que el gol de Francia llega después de la que fue quizás la mejor jugada de los galos en el partido. La movieron por toda la cancha desde los pies de Lloris hasta que Lucas Hernández vio a Matuidi picar entre Chadli y Toby; el de Juventus encontró a Giroud mano a mano con Kompany en el área; el 9 giró bárbaro, remató y apareció el pie salvador del Kapy para desviar el tiro al corner. En ese tiro de esquina llegó la zurda clínica de Griezmann, la falta de un hombre en el primer palo de Courtois, un anticipo de Umtiti a Fellaini después de sacarse la marca de Toby y el gol que tanto se temía.

Por lo bien que defiende Francia, por lo bien que contraataca, Bob sabía que encontrarse en desventaja podía ser un escenario muy desfavorable. Y así lo fue. Los galos ya ni siquiera se tenían que preocupar por salir de contra, se podían concentrar en estar bien juntos y cerrar todos los circuitos de juego belga. Si la presencia de Dembélé se sostenía por su aporte defensivo, con el 0-1 ya no tenía sentido. Casi 10 minutos tardó, pero Martínez hizo lo obvio con el primer cambio: sacar a Mousa y meter a Mertens. De Bruyne pasó a jugar un poco más atrás y Dries bien abierto por la derecha para tirarle centros a un Fellaini que por momentos era doble 9 y por momentos extremo izquierdo, cuando Hazard se cerraba.

Tuvo la más clara y salió de manera inexplicable. (Photo by Matthew Ashton – AMA/Getty Images)

El segundo cambio lo hizo recién faltando 10 minutos y fue el más extraño, ya que sacó a Fellaini, cuando parecía que la única herramienta de ataque eran los centros, y metió a Carrasco. Bélgica no estaba pudiendo desbordar a los laterales franceses y por ahí se explica el cambio, pero sacar a tu mejor cabeceador estando 0-1 es cuando menos polémico. Con el tiempo cumplido entró Batshuayi por Chadli como el manotazo que tira un boxeador cuando llega al último round muy abajo en las tarjetas. Un cambio que pudo haber hecho antes Bob, pero sabía que desarmar la defensa y regalarse abajo era un suicidio cuando solo había un gol de distancia en el marcador.

Con o sin cambios, Bélgica nunca pudo desarticular el establecimiento defensivo que dispuso Deschamps y el desenlace fue el temido. Hazard volvió a brillar, pero solo no pudo contra todo un equipo comprometido con la marca. Eden mostró una vez más ser no solo el 10 y capitán de Bélgica, sino también el mejor jugador de esta Copa del Mundo, la individualidad más determinante. No se entregó en ningún momento, se cargó el equipo al hombro y a pura gambeta invitó a soñar con un empate que se veía a la vez tan cerca y tan lejos. Hace 4 años escribíamos que no habíamos podido ver lo mejor de Hazard aún en Brasil 2014; que todavía tenía mucho más para dar. Esta vez sí lo vimos. En Rusia, Eden dio una lección de cómo se juegan esta clase de torneos. Con los pies, con la cabeza y con el corazón. Hizo todo, entendió todo y es una pena que no le haya alcanzado para liderar al equipo a la final.

El dolor es inmenso porque igual de grande era la ilusión. Y porque además quedó la sensación de que Bélgica le podía ganar a esta Francia. Pero este equipo cumplió con lo que se propuso y cayó de pie. Enfrentó a sus demonios y los derrotó en Kazán. Hizo un buen partido contra un gran rival y perdió en la suya. No se entregó ni resignó las formas. Intentó por distintas vías, pero no alcanzó.  Se ilusionó con la final, con ser campeón del mundo, y se quedó corto. 

No hay que olvidar que este equipo hizo historia. Hay que estar orgullosos de ellos. Hicieron el mejor Mundial de la historia para Bélgica y ahora tienen la oportunidad de confirmarlo el próximo sábado, en el mismo escenario de hoy, donde buscarán superar ese cuarto puesto de México 1986 contra el perdedor de Croacia-Inglaterra. Después del enorme torneo que hicieron, tiene razón Martínez en decir que hay que terminarlo con la frente en alto. Y para eso, nada mejor que dando una buena exhibición de fútbol el sábado y cerrar Rusia 2018 con 6 triunfos de 7 partidos.

¡GRACIAS!

Honor a quien honor merece. (Photo by Alexander DemianchukTASS via Getty Images)

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

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