Por una cabeza

Bélgica perdió por 1-0 contra Francia en la semifinal de Rusia 2018 por un cabezazo de Umtiti a los 51 minutos que puso fin al sueño de alcanzar la primera final mundialista de su historia para los belgas.

Francia volvió a golpear de arriba. (Photo by Shaun Botterill/Getty Images)

Una cabeza fue lo que definió la semifinal del Mundial de Rusia 2018 entre Francia y Bélgica en el Estadio de San Petersburgo. Una cabeza representa también lo cerca que estuvo Bélgica de alcanzar la final de la Copa del Mundo por primera vez en su historia. Porque si el cabezazo de Fellaini entraba la historia podría haber sido otra. Pero, en un partido que fue tan parejo como se preveía, el cabezazo de Samuel Umtiti a los 51 minutos terminó con la ilusión de los 12 millones de belgas que soñaban con jugar su primera final.

La gran duda que tenía Roberto Martínez para formar su 11 contra los galos era el reemplazante del suspendido Thomas Meunier. Thomas Vermaelen y Yannick Carrasco aparecían como las alternativas más lógicas, pero el español sorprendió con la inclusión de Mousa Dembélé. Formó una línea de 4 en el fondo con Chadli, Alderweireld, Kompany y Vertonghen; Witsel y Dembélé de doble 5; Fellaini por delante de ellos para marcar a Pogba; y adelante Hazard por izquierda, De Bruyne por derecha y Lukaku de 9.

Esa era la disposición táctica cuando el equipo defendía. La idea de poner a Dembélé tenía que ver con reforzar el sector izquierdo del mediocampo y hacerle marca escalonada a Mbappé, principal amenaza ofensiva de Francia. En ataque, el dibujo de Bélgica cambiaba: Chadli escalaba por derecha, se armaba la línea de 3 en el fondo y De Bruyne se cerraba para conducir y dejarle el carril a Nacer.

Dembélé fue importante en defensa, pero quedó a deber en ataque. (Photo by Laurence Griffiths/Getty Images)

Si contra Brasil Bélgica se supo «inferior», contra Francia asumió la responsabilidad. Los dos querían aprovechar los contraataques para lastimar, pero los dirigidos por Didier Deschamps no tenían ningún problema en resignar el protagonismo por completo, cederle la iniciativa a los belgas. Francia no presionaba a los centrales; con los 11 jugadores en campo propio, usaba a Giroud para tapar a Witsel y Griezmann bajaba para colaborar con el tridente del medio Kanté-Pogba-Matuidi.

Ahí estuvo justamente el gran déficit que tuvo Bélgica en el partido. Nunca encontró los caminos para abrir el bloque francés. Gran parte del mérito lo tienen los franceses, que ejecutaron el plan a la perfección, con puntos individuales muy altos como Varane, Kanté y Matuidi. Pero a los Diablos Rojos también les faltó creatividad, movilidad, paciencia para encontrar los caminos y no depender pura y exclusivamente de las patriadas de Hazard. Si la inclusión de Dembélé dio frutos en lo defensivo, en ofensiva fue un fracaso. El de Tottenham no asumió el rol de nexo para hacerle llegar la pelota a los de arriba, eso que tan bien hizo De Bruyne en los primeros partidos. Además, estuvo impreciso y falló varios pases que invitaron al contraataque francés.

En ese déficit se explica la falta de oportunidades de gol generadas por Bélgica. Porque el principal camino para lastimar de este equipo, la contra, casi no existió. Y es que Francia ejecutó tan bien su libreto que prácticamente no lo agarraron mal parado. Se desarmaba muy poco. Cuando atacó y puso varios jugadores en ofensiva, por lo general terminó la jugada y ganó así tiempo para rearmarse. Cuando quedaba algún espacio, cortaban con falta, al mejor estilo Simeone. En el segundo tiempo, una sola vez los delanteros presionaron la salida belga con Courtois y los centrales. Terminó con Giroud bajando a Hazard en la puerta del área en la clarísima falta no cobrada por el uruguayo Cunha.

Si la hubiese cobrado… (Photo by Nico Vereecken / Photonews
via Getty Images)

Martínez dijo después del partido que lograron neutralizar bien a Mbappé y en parte tiene razón. El 10 galo hizo un partidazo. Se cansó de tirar tacos y asistir a sus compañeros. Pero, ya sea con la marca escalonada o con faltas, Bélgica lo contuvo bastante bien. Entre sus enormes cualidades y la confianza que tomó en el Mundial, era imposible anularlo por completo, por eso Bélgica se concentró en no dejarlo ser determinante en los metros finales. Es cierto que si Giroud aprovechaba una de las 2 o 3 asistencias que le dio, otra era la historia. Pero ahí está el mérito, en que no haya sido Donatello el que quedó frente a Courtois y sí el errático Giroud, que todavía no embocó un un tiro al arco en todo el Mundial -y no es por desmerecer el gran trabajo que está haciendo para abrirle el juego a sus compañeros-.

Pero además de la contra, Francia tenía otra arma ofensiva: la pelota parada. Un cabezazo de Varane le permitió abrir el partido contra Uruguay en cuartos y esta vez fue su compañero de zaga el que ganó de arriba a los 51 minutos para convertir el único gol de la semifinal. Cabe destacar que el gol de Francia llega después de la que fue quizás la mejor jugada de los galos en el partido. La movieron por toda la cancha desde los pies de Lloris hasta que Lucas Hernández vio a Matuidi picar entre Chadli y Toby; el de Juventus encontró a Giroud mano a mano con Kompany en el área; el 9 giró bárbaro, remató y apareció el pie salvador del Kapy para desviar el tiro al corner. En ese tiro de esquina llegó la zurda clínica de Griezmann, la falta de un hombre en el primer palo de Courtois, un anticipo de Umtiti a Fellaini después de sacarse la marca de Toby y el gol que tanto se temía.

Por lo bien que defiende Francia, por lo bien que contraataca, Bob sabía que encontrarse en desventaja podía ser un escenario muy desfavorable. Y así lo fue. Los galos ya ni siquiera se tenían que preocupar por salir de contra, se podían concentrar en estar bien juntos y cerrar todos los circuitos de juego belga. Si la presencia de Dembélé se sostenía por su aporte defensivo, con el 0-1 ya no tenía sentido. Casi 10 minutos tardó, pero Martínez hizo lo obvio con el primer cambio: sacar a Mousa y meter a Mertens. De Bruyne pasó a jugar un poco más atrás y Dries bien abierto por la derecha para tirarle centros a un Fellaini que por momentos era doble 9 y por momentos extremo izquierdo, cuando Hazard se cerraba.

Tuvo la más clara y salió de manera inexplicable. (Photo by Matthew Ashton – AMA/Getty Images)

El segundo cambio lo hizo recién faltando 10 minutos y fue el más extraño, ya que sacó a Fellaini, cuando parecía que la única herramienta de ataque eran los centros, y metió a Carrasco. Bélgica no estaba pudiendo desbordar a los laterales franceses y por ahí se explica el cambio, pero sacar a tu mejor cabeceador estando 0-1 es cuando menos polémico. Con el tiempo cumplido entró Batshuayi por Chadli como el manotazo que tira un boxeador cuando llega al último round muy abajo en las tarjetas. Un cambio que pudo haber hecho antes Bob, pero sabía que desarmar la defensa y regalarse abajo era un suicidio cuando solo había un gol de distancia en el marcador.

Con o sin cambios, Bélgica nunca pudo desarticular el establecimiento defensivo que dispuso Deschamps y el desenlace fue el temido. Hazard volvió a brillar, pero solo no pudo contra todo un equipo comprometido con la marca. Eden mostró una vez más ser no solo el 10 y capitán de Bélgica, sino también el mejor jugador de esta Copa del Mundo, la individualidad más determinante. No se entregó en ningún momento, se cargó el equipo al hombro y a pura gambeta invitó a soñar con un empate que se veía a la vez tan cerca y tan lejos. Hace 4 años escribíamos que no habíamos podido ver lo mejor de Hazard aún en Brasil 2014; que todavía tenía mucho más para dar. Esta vez sí lo vimos. En Rusia, Eden dio una lección de cómo se juegan esta clase de torneos. Con los pies, con la cabeza y con el corazón. Hizo todo, entendió todo y es una pena que no le haya alcanzado para liderar al equipo a la final.

El dolor es inmenso porque igual de grande era la ilusión. Y porque además quedó la sensación de que Bélgica le podía ganar a esta Francia. Pero este equipo cumplió con lo que se propuso y cayó de pie. Enfrentó a sus demonios y los derrotó en Kazán. Hizo un buen partido contra un gran rival y perdió en la suya. No se entregó ni resignó las formas. Intentó por distintas vías, pero no alcanzó.  Se ilusionó con la final, con ser campeón del mundo, y se quedó corto. 

No hay que olvidar que este equipo hizo historia. Hay que estar orgullosos de ellos. Hicieron el mejor Mundial de la historia para Bélgica y ahora tienen la oportunidad de confirmarlo el próximo sábado, en el mismo escenario de hoy, donde buscarán superar ese cuarto puesto de México 1986 contra el perdedor de Croacia-Inglaterra. Después del enorme torneo que hicieron, tiene razón Martínez en decir que hay que terminarlo con la frente en alto. Y para eso, nada mejor que dando una buena exhibición de fútbol el sábado y cerrar Rusia 2018 con 6 triunfos de 7 partidos.

¡GRACIAS!

Honor a quien honor merece. (Photo by Alexander DemianchukTASS via Getty Images)

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

«Cruzamos el Rubicón»

Bélgica llegó a Rusia con el objetivo de jugar 7 partidos y lo consiguió superando nada menos que a Brasil en los cuartos de final del Mundial por 2-1 con goles de Fernandinho en contra y De Bruyne. Los Diablos Rojos igualaron su mejor participación histórica en una Copa del Mundo y «vamos a ver qué pasa ahora».

La alegría no es solo brasileña.

Ayer se cumplieron 4 años de aquellas palabras de Alejandro Sabella al término del triunfo de Argentina por 1-0 sobre Bélgica en los cuartos de final de Brasil 2014, logrando así avanzar a semifinales de un Mundial después de 24 años. Ese día también se terminó la participación de los Diablos Rojos en la Copa del Mundo, tras 12 años sin jugar torneos importantes, cumpliendo con la tarea de meterse entre los 8 mejores y sucumbiendo ante un rival que lo superó tácticamente y le tiró la camiseta encima. Se cerraba la primera etapa del proceso.

Si a ese Mundial Bélgica llegó con el mote de «sorpresa», a Rusia lo hizo con el de «candidato», aunque de los de segunda línea, debido a su inexperiencia. Ya fuimos repasando en este espacio cómo el equipo fue dando muestras de su madurez en distintos aspectos a lo largo de los partidos y, siguiendo en esa línea, hoy se graduaron al eliminar a Brasil y asegurarse así su mejor participación en una Copa del Mundo. 

Digo la mejor, porque es la segunda vez que Bélgica se mete en semifinales y la anterior fue en México 1986, donde terminó cuarta tras las derrota contra Argentina en semis y Francia por el tercer puesto.  En ese Mundial, los Diablos Rojos ganaron 3 partidos, y solo uno en los 90 minutos (contra Irak en fase de grupos). Después, sacaron a la Unión Soviética en octavos en la prórroga y a España en cuartos por penales. En Rusia 2018, los dirigidos por Roberto Martínez ganaron sus 5 partidos jugados hasta acá y ya se aseguraron como mínimo igualar ese cuarto puesto.

Entre Henry y Hazard consolaron a Neymar. (Photo by Lars Baron – FIFA/FIFA via Getty Images)

El objetivo de Bélgica en la previa del Mundial era claro: jugar 7 partidos. Quedó a las puertas 4 años atrás; con la experiencia adquirida, Eurocopa mediante, la intención era «cruzar el Rubicón». Pero no solo eso, porque el cuadro podría haber sido más «amigable» y cruzarnos un Suecia, por ejemplo, en el camino. La última prueba que le faltaba superar a este equipo, para afuera, pero más que nada para ellos mismos, era vencer a un rival de primer nivel en un partido oficial y en una instancia decisiva. Romper esa barrera psicológica de la que tanto habló Roberto Martínez en la previa. Y encima, le tocó asumir ese desafío nada menos que contra Brasil, pentacampeón del mundo y máximo candidato al título en Rusia, tanto en la previa como durante el desarrollo del certamen.

Hoy Bélgica aprobó ese examen final. Le ganó a Brasil por 2-1 en los cuartos de final del Mundial de Rusia 2018 y se clasificó a semifinales por segunda vez en su historia. Ahora, obvio que se puede soñar con el título estando tan cerca. Pero lo que pueda venir de acá en más será «bonus». Este equipo ya hizo historia.

Cambiar para crecer

Hablando ya del juego y del partido en sí, Martínez hizo algo que a veces no es sencillo -y que, siguiendo con el paralelismo, supo hacer muy bien Sabella en esta misma instancia en 2014-, corregir tras una victoria. El 3-2 a Japón en octavos fue épico, pero dejó al desnudo las falencias defensivas del equipo y Bob tomó nota. Sabía que jugando así contra Brasil no tenía chances. ¿Qué hizo? Lo mismo que contra Japón, y más.

Respecto a nombres, repitió los cambios que metió para dar vuelta la historia en Rostov: Fellaini en lugar de Mertens y Chadli por Carrasco. Y así se anunció el 11 a una hora del partido contra Brasil, con el mismo esquema de los juegos anteriores. Sin embargo, en el momento que Brasil movió del medio quedó al descubierto la innovación táctica del español: línea de 4 en el fondo con Meunier, Toby, Kompany y Vertonghen; 3 mediocampistas: Fellaini, Witsel y Chadli; y 3 atacantes: Lukaku, De Bruyne y Hazard. Witsel era el encargado de seguir a Coutinho, mientras que Fellaini ayudaba a Meunier por derecha para neutralizar a Neymar y Chadli hacía lo mismo por izquierda con Willian. La otra sorpresa era la posición de Lukaku, recostado por derecha para tapar la salida de Marcelo. De Bruyne le hacía sombra a los centrales y Hazard tapando a Fagner.

Los 11 titulares. (Photo by Etsuo Hara/Getty Images)

Martínez decía en la previa que, a diferencia de los partidos anteriores, esta vez el candidato era Brasil. Ellos iban a tener la responsabilidad y deberían asumir el protagonismo; algo que, en palabras del entrenador, pudo haberle pesado a los Diablos Rojos contra los nipones. Fue así que Bob decidió cederle la iniciativa al equipo de Tite e intentar lastimar de contragolpe. Un libreto que funcionó bastante bien en el primer tiempo, a pesar de los desajustes defensivos. El pase de marcas entre Lukaku, Fellaini y Meunier por el sector izquierdo del ataque brasileño, el más frecuentado con las subidas de Marcelo y las combinaciones entre Neymar y Coutinho, tuvo muchos problemas en la primera mitad. Además, se notaba el nerviosismo de los defensores belgas con la pelota en las salidas.

Así y todo, Bélgica aprovechó una jugada fortuita para ponerse en ventaja a los 13′ con el autogol de Fernandinho. Si los Waffles tenían inconvenientes para contener los embates del rival, la defensa brasileña no sabía qué hacer para neutralizar al tridente De Bruyne, Hazard, Lukaku en los contragolpes. De uno de ellos vino justamente el segundo gol. Un corner en defensa que toma Courtois, sale rápido con Lukaku, Romeo gira con la marca encima y empieza su carrera; corre unos 50 metros esquivando rivales, descarga en De Bruyne, quien saca un latigazo de derecha al segundo palo y pone el 2-0 a los 31′. El segundo gol llenó de dudas a Brasil, que se dio cuenta que si seguía atacando a lo loco y chocando contra Courtois le iban a meter el tercero. Optó por bajar una marcha y esperar al descanso.

Apareció cuando más lo necesitábamos. (Photo by Laurence Griffiths/Getty Images)

En el complemento el partido cambió sustancialmente. Urgido por el resultado, Brasil no paró de atacar y lo hizo muy bien. Bélgica, en cambio, ajustó las marcas y se defendió mucho mejor que en el primer tiempo, pero no pudo aprovechar las contras que tuvo para terminar de sentenciar el encuentro. Tite acertó con los cambios, especialmente con la entrada de Douglas Costa, y ni hablar de Renato Augusto, que 3 minutos después de entrar a la cancha metió el 1-2 gracias a una asistencia magnífica de Coutinho.

Por varios momentos Brasil asedió a Bélgica, que parecía aguantar como podía. Y con un Courtois brillante. Porque, sin Courtois, hoy Bélgica no ganaba. Mostró seguridad en todo momento, cortando centros peligrosos y volando de palo a palo con cada intento de Brasil. Pero la verdad es que todos jugaron bárbaro. Cumplieron con su rol a la perfección. Demostraron que, salvo contadas excepciones, los partidos los ganan los equipos, no los jugadores. Entre Fellaini y Meunier se encargaron de que viéramos el peor partido de Neymar en Rusia 2018. Una pena que Thomas se pierda el próximo partido por acumulación de amarillas; hoy fue incansable por derecha, demostrando una concentración en defensa que pocas veces le habíamos visto.  El Kapy despejó las dudas que dejó contra Japón y fue el caudillo que el equipo necesitaba el fondo.

¿El Mundial de Hazard? (Photo by Catherine Ivill/Getty Images)

Para la FIFA, la figura fue De Bruyne. En las redes oficiales de los Diablos Rojos eligieron a Courtois. Cualquiera se podía llevar el galardón, pero yo se lo doy a Hazard. El 10 está jugando como lo que es: crack y capitán. Entiende todo. Y maneja todo. Ya sea para apilar rivales, conducir en velocidad o hacer descansar al equipo ganando faltas. Fagner va a tener pesadillas con Eden esta noche. No  se la pudo sacar en todo el partido, le debe haber hecho, por lo menos, 5 faltas. No habrá salido en la foto de ninguno de los dos goles, pero hoy fue vital y supo ser también ese líder que se espera de un capitán.

Bélgica se graduó y sacó al máximo candidato. Pero está claro que estos muchachos no se conforman y ahora quieren más. Ya hicieron historia, pero están a 2 partidos de convertirse en leyenda. A partir de ahora, puede pasar lo que sea. Hoy, Brasil era el favorito. El próximo martes, en San Petersburgo, es 50/50. Francia también es un equipazo, que viene de menor a mayor y que seguramente estuvo atento al partido de hoy, tomando nota de las variantes tácticas de Martínez. A ver con qué nos sorprende Bob…

¡DALE! (Photo by Lars Baron – FIFA/FIFA via Getty Images)

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

Era por arriba

Bélgica metió 3 goles en 25 minutos para dar vuelta un 0-2 en el segundo tiempo, le ganó a Japón por 3-2 con un tanto de Chadli sobre la campana y jugará contra Brasil en los cuartos de final de Rusia 2018.

ÉPICO. Bélgica selló la remontada con el tiro del final. (Photo by Kevin C. Cox/Getty Images)

Difícilmente veamos en este Mundial un partido con mayor grado de emoción y épica como el de este lunes entre Bélgica y Japón en Rostov, o por lo menos uno que tenga a los Diablos Rojos como protagonistas. Una remontada que va a quedar guardada en la historia de los Mundiales y que le sirvió a este equipo para evitar la vergüenza que hubiese significado quedarse afuera en octavos de final contra Japón, después de lo que pasó con Gales en la Eurocopa.

Ante el que era un rival menor en los papeles, pero sabiendo que en octavos ya no hay adversarios fáciles (si no preguntale a España), Bélgica no hizo un buen partido. Los viejos fantasmas aparecieron gracias a un Japón que supo desnudar y explotar al máximo las falencias defensivas del equipo de Roberto Martínez. Pero Japón también le tocó el orgullo al equipo, y ahí se vio el cambio y la madurez que ya veníamos marcando. Bélgica no se calló, lo peleó hasta el final y con mucha inteligencia, huevos y algo de fútbol logró una remontada apoteósica.

Como era de esperarse, Bob salió con el 11 de memoria, con la novedad del regreso de Kompany, ya recuperado -aunque no se lo vio del todo bien física ni futbolísticamente-, en lugar de Boyata. El 3-4-3 (o 3-4-2-1) que implementó Martínez desde su llegada fue la solución que encontró para la escasez de laterales, pero no terminó de resolver la defensa por las bandas, ya que, como suele pasarle a las defensas de 3 hombres, el vacío que deja la la espalda de los carrileros suele ser la zona más vulnerable. La otra gran falencia defensiva pasa por la contención. Bélgica no tiene un 5 de corte, juega con Witsel, que si bien se acostumbró a esa tarea es más posicional y no tanto de quite, y De Bruyne, un 10 devenido mediocentro. A este equipo le cuesta horrores recuperar la pelota en mitad de cancha. Ni bien la pierde presiona alto para intentar robar en campo rival, pero cuando no lo logra, el medio pasa a ser rápidamente un espacio de transición, el cual su rival supera sin mayores inconvenientes, acercándose peligrosamente al área de Courtois.

Esas fueron las falencias que detectó el DT de Japón Akira Nishino y que supo aprovechar a la perfección durante todo el partido. Por la lógica diferencia de calidad de planteles y por cómo se dio el partido, Bélgica generó más situaciones de gol y terminó siendo un justo vencedor, pero eso no opaca la gran tarea de los nipones, que le dieron un dolor de cabeza tremendo a la defensa belga y se pudieron haber llevado la victoria tranquilamente, incluso después del 2-2.

Falencias en la transición de ataque a defensa.

El primer gol cayó a los 3 minutos del segundo tiempo con un buen contragolpe de los asiáticos, que tuvo un error individual de Vertonghen como protagonista, pero que también demostró los problemas de retroceso de Bélgica. Shibasaki toma la pelota en mitad de cancha con Bélgica corriendo para atrás y marcando mano a mano. De Bruyne es quien está más cerca y asoma a marcarlo, pero no lo aprieta, lo deja dar el pase tranquilo. Cuando sale la asistencia, los defensores están retrocediendo y prácticamente en línea, especialmente Kompany y Vertonghen. Esto provoca que, con la pifia de Vertonghen, Kompany queda muy lejos y no alcanza a cerrarle la espalda como debería hacer el líbero. Después, Haraguchi hace todo bien: amaga a enganchar para frenar el cruce de Jan y define bárbaro al segundo palo.

Si hablábamos de madurez y de cómo el equipo reacciona de manera distinta ante la adversidad a como lo hacía años atrás, Bélgica tuvo el 1-1 inmediatamente después del gol con un remate de Hazard que reventó el palo. Pero 3 minutos después vino el segundo gol de Japón con el bombazo de Inui desde afuera del área y ahí el equipo sí que sintió el golpe.

Si el primer gol tuvo como protagonista un error individual, el segundo sí que es todo colectivo y resume uno de los grandes déficits defensivos del equipo. Cuando Kagawa suelta la pelota atrás para Inui, Bélgica tiene 5 jugadores en línea al borde del área con un solo jugador japonés dentro de la misma, mientras que hay 3 esperando afuera del área sin marca y solo De Bruyne merodeando esa zona. Inui recibe solo, la acomoda y saca el derechazo antes de que llegue la presión de Witsel, que era el mismo que estaba siguiendo a Kagawa. 5 jugadores de Japón en la foto del gol y 7 de Bélgica, pero solo 2 tomando marca; el resto,mira.

Sobran belgas en el área.

Ese segundo gol desmoronó a Bélgica. 0-2 con media hora por jugar, se te llena la cabeza de dudas. Ya estábamos en cuartos y de pronto parece que nos podemos quedar afuera en octavos. Esas dudas se notaron en el equipo. Ya no tenía la pelota, los problemas defensivos estaban más expuestos que nunca y era solo meter y rezar para evitar un tercer gol de Japón. Quedaba claro que había que cambiar algo, la respuesta tenía que llegar desde el banco. Un cambio de jugadores, de esquema; algo distinto, porque lo que se había hecho hasta ahí no estaba dando resultado. No obstante, esa respuesta tardó en llegar. 13 minutos pasaron entre el gol de Inui y los cambios de Bélgica, 13 minutos que parecieron una eternidad porque Bélgica ya ni siquiera hacía pie adentro de la cancha.

En lugar de volverse loco, improvisar o mandar delanteros a la cancha, Roberto Martínez se tomó esos 10 minutos para pensar cómo destrabar la situación. El primer pensamiento, por lo menos nuestro, fue el que se terminó imponiendo: activar el Plan B, más conocido como el Plan Fellaini, que ya le había dado frutos a Wilmots en Brasil 2014 y que tantas veces utilizó Mourinho en Manchester United. Bob se dio cuenta que «era por arriba». Y sí, con un plantel que tiene un promedio de altura de 1,85 cm contra uno de 1,78 cm, había que intentar por ahí. Sumale a eso el ingreso de Fellaini (1,94 cm), el mejor cabeceador de la cancha, y un arquero como Kawashima que sacó todo, pero demostró un montón a la hora de salir de abajo de los 3 palos. Fellaini entró por un desaparecido Mertens y también entró Chadli por Carrasco, quien no pudo desequilibrar en ataque y sí había sido factor de desequilibrio pero para los japoneses cuando atacaron por su lado.

Minutos después de los cambios, decíamos en Twitter que solo un gol de ojete podía despertar al equipo. El equipo se notaba muy golpeado, resignado a ir a buscar el gol por la vía área y necesitaba ese golpe de suerte, esa jugada fortuita para hacer resurgir la esperanza y quedar a tiro del empate. Y ese «gol de ojete llegó», tan solo 4 minutos después de los ingresos de Chadli y Fellaini y justamente por la vía área: Vertonghen intentó devolver la pelota al corazón del área en una segunda jugada de pelota parada y terminó clavando en el segundo palo, por encima del arquero nipón.

El bombero de afro rubio. (Photo by Kevin C. Cox/Getty Images)

De estar prácticamente muertos y a dos goles de distancia, de repente hacía falta solo un tanto para forzar el alargue y quedaban todavía 20 minutos por delante. Ahora sí, agarrate. Solo cinco minutos después, Hazard hizo una de sus jugadas habituales por izquierda, enganchando para dentro, después para afuera, sacó centro de zurda y apareció ÉL ¿quién si no? Fellaini entró sin marca en el borde del área chica y metió un frentazo salvador para empatar el partido a 15 minutos del final. 2-2 y todavía hay tiempo, ahora lo quiero ganar.

Lo que pasó en los siguientes 15 minutos no tiene mucho análisis. Dos equipos partidos y desgastados que sabían que el esfuerzo que habían hecho para ponerse en ventaja en un caso o empatar en el otro se podía esfumar en un abrir y cerrar de ojos. Bélgica lo fue a buscar, y estuvo cerca, pero se desprotegió y en en los minutos finales casi lo pierde. La última la tuvo Japón: tiro libre frontal al arco a 35 metros. Honda sacó un potente fierrazo combado que obligó a Courtois a sacarla al corner. Y ahí la gran duda. Tiempo casi cumplido, ¿qué hacemos?, pensaron los japoneses. Jugarla corta y esperar el alargue o ir a buscar ganarlo de arriba. Optaron por lo segundo, aunque sin desprotegerse: pusieron 4 jugadores en el área, una opción en corto y otro esperando el rebote en la medialuna.

Pero el centro, flotado, fue directo a las manos de Courtois, quien, activó el contragolpe con un pase de bowling para De Bruyne. La ejecución de la contra fue perfecta. KDB recibió lanzado y sin marca, con 3 nipones en el fondo defendiendo a Lukaku y 3 compañeros corriendo a toda velocidad, aventajando a los 4 japoneses que retrocedían. Acá juega un papel fundamental Lukaku. Recostado por la derecha, corta en diagonal al medio, arrastrando marcas y abriéndole ese hueco a la escalada de Meunier. De los 3 japoneses que defendían, uno le salió a De Bruyne. Quedaron 2 para tomar Lukaku, pero cuando recibe Meunier, uno le tiene que salir. Queda uno con Lukaku. Meunier la devuelve al medio de primera, la pelota le queda algo retrasada a Romelu y ahí viene la segunda genialidad del 9: aguanta la marca de Hasebe y levanta la pierna para que la pelota pase y le quede a Chadli, que corrió de área a área y terminó definiendo abajo del arco para sentenciar la remontada al minuto 94.

El manual del contragolpe.

Bélgica superó una nueva prueba y dio una muestra de carácter. Apareció esa mentalidad ganadora de la que tanto hablaba Martínez que se necesita en este tipo de competencias. Pero una cosa es clara: así a Brasil no le ganás. Contra un rival de la jerarquía de Brasil, si el partido se da como el de hoy, te volvés a casa, porque no te perdonan y porque no te brindan las facilidades e ingenuidades que te da un Japón a la hora de atacarlo.

Martínez deberá tomar el partido de hoy no solo como ejemplo sino también como enseñanza. ¿Cambiar el esquema? ¿Mantener a Kompany? ¿Chadli de arranque? ¿Reforzar el mediocampo? Quedaron muchos interrogantes y el español tiene 4 días para despejarlos y planificar el partido del próximo viernes a las 15 horas de Argentina contra Brasil en Kazán, por los cuartos de final de Rusia 2018.

En la conferencia post partido, Roberto Martínez dijo que la presión de la responsabilidad le pudo haber pesado al equipo y que estando 0-2, perdido por perdido, se soltaron y pudieron disfrutar. Ahora, dice el DT, la situación va a ser al revés contra Brasil, donde el candidato es el equipo de Tite y Bélgica tiene que salir a disfrutar del juego. Desde el minuto cero, Bob le sacó la presión a sus jugadores y pateó la pelota a la vereda de enfrente. En vos confiamos, Bobi.

Dos plenos para Martínez con los cambios. (Photo by Catherine Ivill/Getty Images)

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

Sin querer queriendo

En un partido muy extraño, en el que ninguno tenía muchas ganas de ganar, Bélgica le ganó casi por accidente a Inglaterra por 1-0 gracias a un golazo de Januzaj, ganó el Grupo F y jugará contra Japón en octavos.

Qué momento para meter tu primer gol con la selección… (Photo by Dan Mullan/Getty Images)

Hoy no va a haber análisis táctico, síntesis ni nada de eso. El partido no lo ameritó. Inglaterra y Bélgica salieron a jugaron sabiendo que si perdían evitaban la zona más caliente del cuadro y se notó en la cancha. Un partido que tuvo ritmo de amistoso y que Bélgica ganó gracias a un golazo de Januzaj.

En la previa se había definido el Grupo H con Colombia líder y Japón segundo. Así, el que ganaba el Grupo G iría contra los japonenes en octavos, pero después un virtual cruce con Brasil en cuartos. En cambio, el segundo enfrentaría a Colombia en Moscú y después al ganador de Suecia-Suiza.

Los dos entrenadores cumplieron con los pronósticos y guardaron a casi todos sus jugadores. Martínez, quien había dicho en la previa que ganar no era la prioridad, solo repitió a Courtois y Boyata en el 11.

Martínez guardó a los cracks. (Photo by Chris Brunskill/Fantasista/Getty Images)

El primer tiempo fue soñado para Bélgica: terminó 0-0 y con 2 amonestados, estirando así a 3 las tarjetas de ventaja sobre los ingleses, con lo que se aseguraba el segundo puesto con el empate.

Pero al parecer Januzaj no entendió bien el plan y a los 6 minutos del complemento sacó un tremendo zurdazo que se clavó en el arco inglés y se transformó en el único gol del partido, con el cual Bélgica se llevó los 3 puntos y por segundo Mundial consecutivo terminó como líder de su grupo con 9 puntos. 9 también es el número de goles que anotó esta selección en Rusia 2018, más que cualquier otra.

Más allá de chistes y especulaciones, ganar siempre es positivo, más si es en un Mundial y contra Inglaterra. Los que jugaron hoy ganan confianza con este resultado y es un envión anímico para el plantel de cara a la fase final de la Copa del Mundo.

La mejor noticia del día: volvió ÉL (Photo by Dan Mullan/Getty Images)

El estado de gracia de Bélgica es tal que, aún intentado no hacerlo, gana. Argentina, Brasil, Francia, Uruguay, derrochan títulos mundiales en la parte alta del cuadro, pero hoy te aseguro que ninguno se quiere cruzar con el equipo de Roberto Martínez.

Como bien me dijo un waffle de la primera hora al terminar el partido: «¡Había que ganar! Vamos contra Japón y después la venganza contra Brasil después de lo de 2002. Esta perfecto». Para algún despistado, «lo de 2002» es la eliminación en 8vos del Mundial de Corea-Japón, cuando le anulan mal un gol a Wilmots y después Brasil se lleva el triunfo por 2-0 con goles de Rivaldo y Ronaldo en Kobe.

Ahora ya no hay margen y empieza lo mejor del Mundial. La próxima cita será el lunes 2 de junio a las 15 horas de Argentina contra Japón en Rostov. Hasta entonces.

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

Más sabe el Diablo por viejo que por Diablo

Las buenas sensaciones que dejó el debut contra Panamá las confirmó Bélgica con una goleada apabullante por 5-2 contra Túnez que dejó la clasificación a octavos prácticamente asegurada.

7 goles en 2 partidos para el tridente de ataque. (Photo by Kevin C. Cox/Getty Images)

Si después del debut dijimos que Bélgica cumplió con todo lo que debía ante Panamá, la palabra para definir lo que fue la goleada por 5-2 contra Túnez en el Estadio del Spartak es madurez.

4 años atrás Bélgica regresó a un Mundial después de 12 años sin jugar torneos importantes y a pesar de tener un equipazo y un grupo flojo, le costó mucho trabajo sacar adelante los partidos. Remontó contra Argelia en el debut, le ganó a Rusia con un gol al minuto 88 y contra Corea que quedó con 10 en el primer tiempo y lo terminó ganado con gol de Vertonghen a los 77′. Ni hablar de los octavos que se fueron a suplementario vs Estados Unidos.

4 años después, Eurocopa mediante, la base del equipo es la misma y la experiencia recogida en el camino está a la vista. Lo que en Brasil fue un suplicio en Rusia se transformó en un trámite. Dominio absoluto contra Panamá y masacre hoy contra Túnez. Ante rivales de menor categoría, los Diablos Rojos no tuvieron piedad ni problemas para reflejar su superioridad en el juego y en el resultado.

FutPorn (Photo by Catherine Ivill/Getty Images)

El partido de hoy fue muy distinto al del lunes. Panamá le entregó la pelota a Bélgica y se refugió en su área. Túnez, en cambio, con una propuesta más audaz y jugadores más picantes adelante, salió a proponer y presionar. Pobres, cayeron en la trampa. Bélgica se hizo un festín con los espacios que dejó Túnez en cada escalada y casi que no hubo partido. Cada vez que se soltaban y proponían un juego parejo, se comían un uppercut.

Seis minutos tardó Hazard en fabricar un penal y cambiarlo por gol para abrir el partido. Diez minutos después, la segunda estocada con un robo de Mertens en mitad de cancha y definición de Lukaku.  Dos minutos más tarde, Túnez reaccionó con un gol de pelota parada, pero antes del descanso volvió a aparecer Romeo después de una gran jugada de Meunier (de partidazo) y definió picándola de derecha para el 3-1 que despejó cualquier tipo de duda.

En el arranque del segundo tiempo Bélgica le prestó la pelota a Túnez, que volvió a pisar el palito y Eden sentenció la historia matando de pecho un pase fenomenal de Toby, dejando en el camino al arquero y definiendo con arco libre para el 4-1 a los 51′.

Un golpeado Lukaku –dijo Martínez en conferencia que se lesionó el tobillo y es duda para el próximo partido– le dejó su lugar a Fellaini, después salió Hazard, también golpeado, y entró Batshuayi, que tuvo varias situaciones claras de gol, parecía que se le negaba, hasta que entró Tielemans -por un Mertens también con molestias- y con un pase mágico asistió a Michy para el quinto gol.

La figura y el goleador. (Photo by Shaun Botterill/Getty Images)

Bélgica dio una auténtica exhibición de fútbol. Eden está jugando a un nivel superlativo, candidatéandose al Balón de Oro del torneo si el equipo sigue con esta marcha. Lukaku ya alcanzó a Cristiano Ronaldo en lo más alta de la tabla de goleadores con 4 conquistas en 2 partidos.  Witsel dio hoy una clase de cómo tiene que jugar un 5 en campo rival. De Bruyne todavía no brilla, pero el equipo tampoco lo demanda.

Queda la duda de cómo responderá defensivamente este equipo ante un rival de la misma envergadura. Cuando le rompen la línea de presión alta, a Bélgica le cuesta recuperar la pelota en mitad de cancha y también muestra falencias en el fondo, especialmente en el típico hueco que queda a espaldas de los carrileros en una línea de 3.

Lo que viene será Inglaterra el próximo jueves en Kaliningrado, donde seguramente estará en juego el liderato del Grupo G. Sin embargo, Roberto Martínez ya adelantó en la conferencia de prensa post partido que habrá muchos cambios para ese partido si Bélgica llega clasificada. De todos modos, los suplentes vienen pidiendo pista y tendrán una buen chance de demostrar que están a la altura de los que juegan habitualmente.

Con ÉL todo es posible. (Photo by Laurence Griffiths/Getty Images)

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

Un paso más cerca

Bélgica cumplió con la tarea en su debut en Rusia 2018 y goleó a Panamá por 3-0 en Sochi con un golazo de Mertens y dos de Lukaku. Que pase el que sigue.

Romeo ya enamora a Rusia. (Photo by Francois Nel/Getty Images)

Bélgica se sacó una gran presión de encima y consiguió lo que potencias como España, Argentina, Alemania y Brasil con pudieron en sus presentaciones en Rusia 2018: ganar.

Los Diablos Rojos le ganaron con autoridad por 3-0 a Panamá en el Estadio Olímpico Fisht, en Sochi, por la primera fecha del Grupo G y cumplieron así con lo que a priori era un trámite, pero nunca hay que subestimar a nadie en un Mundial, y menos en el debut.

De hecho, el primer tiempo no fue para nada sencillo. Panamá se plantó, no se achicó y hasta por momentos presionó a Bélgica en mitad de cancha, al punto de incomodar al equipo de Roberto Martínez, que salió con su 11 de memoria, con Boyata ocupando el lugar del lesionado Kompany.

Cargándose de faltas, amarillas y córners, los canaleros pudieron aguantar un primer tiempo en el que Penedo tuvo que sacar 2 o 3 pelotas, pero sin ser asediado. Al entretiempo, los Waffles habían hecho méritos para irse en ventaja, pero no suficientes. Y sin jugar bien, Bob tenía que pensar en el entretiempo.

Por fortuna, el DT hizo lo más importante que tenía que hacer: tener paciencia. Es cierto que Bélgica no deslumbró en el primer tiempo, pero también lo era que Panamá difícilmente iba a poder aguantar ese ritmo los 90 minutos. Había que mantener la calma y esperar el momento. Momento que llegó a los 2 minutos del complemento con un rebote en el área canalera que cayó en pie de Mertens. Dries se llenó el botín y abrió el partido con ese derechazo que hizo una parábola y dejó sin chances a Penedo.

El resto, como dicen, es historia. El resultado ya no le servía a Panamá y con espacios, contra un rival de menor categoría, este equipo te liquidan. A su juego los llamaron a De Bruyne, Hazard, Mertens y Lukaku.

Eden metió uno de sus slaloms de izquierda al medio apilando rivales, descargó en KDB, que amagó al remate, enganchó y de 3 dedos asistió a la palomita de Romeo para el 2-0 a los 69′. Seis minutos más tarde, contra letal: asistencia de Hazard para Lukaku y definición de lujo para liquidar el partido.


Bélgica era muy superior en los papeles a Panamá y consiguió lo que otros no pudieron en lo que va del Mundial: demostrarlo en la cancha. Si bien no sobró mucho, los Diablos Rojos cumplieron al pie de la letra con su tarea y lograron un resultado importantísimo, que sirve para sacarse un poco de presión, tranquilizar la euforia y corregir errores a partir de ahí.

La próxima cita es el sábado 23 de junio a las 9 horas de Argentina contra Túnez en el Estadio del Spartak, en Moscú. Un Túnez que estuvo a 2 minutos de sacarle un empate a Inglaterra, pero apareció Kane. Una señal de que no va a ser un rival sencillo.

Misión cumplida. (Photo by Julian Finney/Getty Images)

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

Luces y sombras de la convocatoria de Bélgica para Rusia 2018

Roberto Martínez y un desafío mayúsculo por delante. (Photo by David Rogers/Getty Images)

A 55 días del debut de Bélgica en el Mundial, jugamos a conformar lo que será lista definitiva de Roberto Martínez para Rusia 2018.

Faltan menos de 2 meses para el comienzo del Mundial de Rusia 2018 y es la excusa perfecta para revivir este espacio que había quedado en stand by desde la Eurocopa de Francia 2016.

Son días en los que la discusión futbolera en todos los países clasificados a la Copa del Mundo ronda el mismo tema: ¿quiénes conformarán la lista definitiva? Así que vamos a jugar un poco a ser Roberto Martínez y develar el misterio.

FIFA exige una lista preliminar de 35 jugadores que tiene como fecha límite el 14 de mayo. De esa nómina saldrán los 23 definitivos y las federaciones tienen tiempo hasta el 4 de junio para entregar la convocatoria final.

Los 35

Acá la verdad es que no hay mucho misterio. Si bien en Bélgica hay muchos futbolistas de gran nivel, el armado de la lista preliminar es bastante predecible, ya que no son muchos más los jugadores que han participado del proceso de Roberto Martínez.

Le puedo pifiar a algún que otro nombre, pero estos son los que formaron parte de la mayoría de las convocatorias de Bob y no creo que haya mucho lugar para sorpresas en esta nómina preliminar. Así sería la lista de 35:

Arqueros: Thibaut Courtois (Chelsea), Simon Mignolet (Liverpool), Koen Casteels (Wolfsburgo), Matz Sels (Anderlecht).

Defensas: Vincent Kompany (Manchester City), Toby Alderweireld (Tottenham), Jan Vertonghen (Tottenham), Thomas Vermaelen (Barcelona), Thomas Meunier (Paris Saint-Germain), Christian Kabasele (Watford), Dedryck Boyata (Celtic), Anthony Limbombe (Brujas), Jordan Lukaku (Lazio), Laurent Ciman (Los Ángeles FC).

Mediocampistas: Axel Witsel ( Tianjin Quanjian), Kevin De Bruyne (Manchester City), Marouane Fellaini (Manchester United), Moussa Dembélé (Tottenham), Youri Tielemans (Monaco), Yannick Ferreira-Carrasco (Dalian Yifang), Nacer Chadli (West Bromwich), Radja Nainggolan (Roma), Leander Dendoncker (Anderlecht), Adnan Januzaj (Real Sociedad), Steven Defour (Burnley), Dennis Praet (Sampdoria).

Delanteros: Romelu Lukaku (Manchester United), Eden Hazard (Chelsea), Dries Mertens (Napoli), Michy Batshuayi (Borussia Dortmund), Christian Benteke (Crystal Palace), Thorgan Hazard (Borussia Mönchengladbach), Divock Origi (Wolfsburgo), Kevin Mirallas (Olympiakos), Laurent Depoitre (Huddersfield Town).

Los 23

Acá la cuestión sí se pone más complicada, así que vamos a ir paso por paso para llegar a conformar la probable lista definitiva de Bélgica para Rusia 2018.

Con pasaje a Rusia

Hay una base de 15 jugadores que, a menos que suceda un contratiempo como una lesión, van a estar en el Mundial. Un caso aparte acá es el de Michy Batshuayi, quien ya se había ganado su lugar, pero la lesión de tobillo que sufrió unas semanas atrás lo pone en duda. En la de 35 va a estar seguro, e irán viendo cómo evoluciona. Creo que lo van a esperar hasta el final y, si llega, va a estar.

ARQ: Courtois y Mignolet.

DEF: Kompany, Alderweireld, Vertonghen, Vermaelen y Meunier.

MED: Witsel, Carrasco, De Bruyne y Fellaini.

DEL: R. Lukaku, Mertens, E. Hazard y Batshuayi (si llega sano).

Los que pujan por un lugar

A esos 15 seguros hay que sumarle 8 nombres, que casi con seguridad van a salir de esta lista de 17 futbolistas:

ARQ: Sels y Casteels.

DEF: Ciman, Kabasele, Boyata y J. Lukaku.

MED: Tielemans, Dendoncker, Nainggolan, Chadli, Dembélé y Januzaj.

DEL: Benteke, Mirallas, T. Hazard, Origi y Depoitre.

Martínez suele convocar 4 arqueros siempre, pero al Mundial tendrá que llevar 3. Courtois titular, Mignolet suplente y el tercero saldrá entre Casteels (que iba a ocupar ese lugar en Brasil 2014 y se lesionó) y Sels.

En la defensa, Bob juega con 3 centrales en el fondo: Toby, Kompany y Vertonghen. Vermaelen es el primer suplente y un segundo saldrá de entre Boyata, Kabasele y Ciman, con la posibilidad de que vayan 2 de esos 3.

Los carrileros titulares son Meunier por derecha y Carrasco por izquierda. Jordan Lukaku, Chadli y Januzaj son las alternativas acá, con Limbombe ganando terreno en los últimos meses, aunque no creo que le alcance para entrar en los 23.

El mediocampo está más peleado aún, aunque la lesión de Defour sacó a un contendiente de la pelea. Witsel y De Bruyne se perfilan para ser la dupla titular. Nainggolan y Dembélé deberían tener un lugar garantizado, pero las constantes lesiones del de Tottenham y el comportamiento extra cancha del Ninja los ponen en duda. Además, a Radja Martínez lo ve jugando de 10, adelante de los volantes y atrás del 9, un puesto que no existe en su esquema titular. No hay que olvidarse de Tielemans acá. La joyita ya se ganó un lugar como titular en Monaco y viene siendo habitual en las convocatorias de la selección. Dendoncker corre desde atrás, pero tiene la ventaja de que también puede jugar como defensor central.

Si Hazard y Mertens son los atacantes titulares por afuera, Thorgan aparece como la primera alternativa. Mirallas también tendría que estar ahí por historia, pero su presente deja muchas dudas. Praet ha estado jugando muy bien en la Serie A, pero parece ignorado por Martínez. Otra opción es adelantar a De Bruyne para que juegue como mediapunta, su posición natural.

Suponiendo que Batshuayi llega sano para ser el suplente de Lukaku, ¿habrá otro centrodelantero en la lista? Es muy probable, y no puede salir de Benteke, Origi o Depoitre.

La lista definitiva

Después de todos estos paréntesis vamos finalmente a lo que prometimos al principio: la lista de 23.  Antes, aclaro que se trata de una mezcla entre lo que creo que va a llevar Martínez y lo que quiero que lleve. Se hace difícil separar una de la otra, así que me quedo con esa combinación. Eso sí, la nómina fue conformada considerando la idiosincrasia del entrenador y las necesidades que genera su esquema táctico.

Arqueros: Thibaut Courtois (Chelsea), Simon Mignolet (Liverpool), Koen Casteels (Wolfsburgo).

Defensas: Vincent Kompany (Manchester City), Toby Alderweireld (Tottenham), Jan Vertonghen (Tottenham), Thomas Vermaelen (Barcelona), Thomas Meunier (Paris Saint-Germain), Christian Kabasele (Watford), Jordan Lukaku (Lazio).

Mediocampistas: Axel Witsel ( Tianjin Quanjian), Kevin De Bruyne (Manchester City), Marouane Fellaini (Manchester United), Moussa Dembélé (Tottenham), Youri Tielemans (Monaco), Yannick Ferreira-Carrasco (Dalian Yifang), Nacer Chadli (West Bromwich), Radja Nainggolan (Roma).

Delanteros: Romelu Lukaku (Manchester United), Eden Hazard (Chelsea), Dries Mertens (Napoli), Michy Batshuayi (Borussia Dortmund), Thorgan Hazard (Borussia Mönchengladbach).

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

Rom on Fire

Bélgica explotó al máximo sus virtudes y aprovechó los espacios para golear a Irlanda por 3-0 con un doblete de Lukaku y uno de Witsel. Un poco de aire y algo a lo que aferrarse tras el pésimo debut.

La derrota por 2-0 contra Italia en el debut de la Euro 2016 sembró un mar de dudas en la Selección de Bélgica. Muchos de esos problemas ya venían asomando en los últimos partidos, pero una caída tan contundente en un partido tan importante los deja más en evidencia.

Lo más sorprendente fueron las declaraciones de Wilmots después de la presentación, satisfecho con la tarea de los suyos y hasta menospreciando lo hecho por el rival. Pero Marc no es ningún idiota y, como creímos, la autocrítica la hizo puertas adentro.

Los cambios que dispuso hoy son prueba de ello. Bélgica tuvo la pelota pero no tuvo profundidad contra Italia: entraron Meunier por Ciman para aportar proyección por derecha,  Dembélé por Nainggolan para darle salida al equipo en el medio y Carrasco  por Fellaini para liberar a De Bruyne y que sea el del Atlético de Madrid el que haga la banda.  Wilmots había calificado como excelente el partido de Fellaini contra Italia, pero en el fondo se dio cuenta lo que todos. Algo que nos duele decir: el de los rulos hoy es más un problema que una solución para este equipo. Ha sido un jugador fundamental para Bélgica, pero hoy su presencia en la cancha termina llevando a sus compañeros a buscarlo constantemente por arriba y se limitan a tirarle centros a la torre.

Hoy la jerarquía del rival era otra, y los Waffles sacaron provecho de ello. Durante el primer tiempo, monopolizaron la pelota, aunque casi sin lastimar. Circulación de lado a lado, pero sin desmarques ni pases entre líneas. El único que tiró una diagonal fue Carrasco y terminó en gol, pero lo anularon porque estaba un paso adelantado. La otra clara la tuvo Hazard en un buen contragolpe, pero la desperdició.  De todos modos, Bélgica nunca entró en la desesperación. Con aciertos y errores, fue paciente.

En el complemento, el equipo explotó al máximo sus virtudes y Lukaku demostró que a pesar de haber mejorado sustancialmente su juego como pivote, lanzado en velocidad, con espacios, es letal. Un contraataque iniciado por Rom y conducido por De Bruyne terminó en una excelsa definición del goleador a los 48′ para el desahogo. Wilmots lo bancó tras el mal partido contra Italia y él le devolvió la confianza con el gol y posterior abrazo en el festejo. Los minutos siguientes al 1-0 fueron de desconcierto. Dembélé salió lesionado (entró Nainggolan por él) y Bélgica perdió la pelota. Irlanda apretó y volvió a dejar espacios, pero los nuestros prefirieron planchar el juego, casi como si fuesen los últimos minutos.  En eso apareció un desborde por derecha, un gran centro de primera de Meunier y un preciso anticipo de cabeza de Witsel, más liberado con el ingreso del Ninja, para pone el 2-0 y comenzar a sentenciar la historia a falta de media hora. El gol dejó en claro que Axel se siente más cómodo jugando como box to box, y no de 6, por delante de los centrales. Otro contragolpe letal, con una gran corrida de Hazard y definición de Lukaku fue el 3-0 definitivo a los 70′.

Un resultado que despeja un poco los fantasmas del debut y sirve no solo para ganar confianza y seguir con vida en la Euro, sino también para entender cuál es el camino a seguir. El juego vertical y de contragolpe es lo que le conviene a este equipo. Aprovechar cuando el rival deja espacios, y sino generarlos vía la presión en la mitad de la cancha, algo que hoy tampoco se vio mucho.

Respecto a rendimientos individuales, la defensa estuvo muy sólida, con muy buenos anticipos de Toby y Vermaelen, que le hicieron la vida imposible a Shane Long. La entrada de Meunier fue importante, Bélgica necesitaba un lateral con recorrido. También lo fue el ingreso de Dembélé, el único mediocampista creativo que tiene este plantel (esperemos que no tenga nada grave en el tobillo). De Bruyne estuvo impreciso hoy y perdió muchas pelotas, pero siempre es clave. No tuvo su mejor partido, pero eso no evitó que pusiera tres pases de gol y uno terminara efectivamente convertido por Lukaku. Para destacar también lo de Hazard. En el último año maduró mucho y es cada vez más influyente en esta Selección. No se esconde, las pide todas y hoy fue el conductor del equipo. Le pedirán el desequilibrio que muestra en la Premier, pero la realidad es que está jugando a 40-50 metros del arco rival y entiende que a veces necesita cargar con la responsabilidad y generar espacios para que los ataquen sus compañeros. Y qué decir de Lukaku, una bestia que tiene el gol entre ceja y ceja y si le das medio metro no te perdona.

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

La desunión

Bélgica tuvo el peor debut posible en la Euro 2016. Ante una ordenada y ordinaria Italia sufrió una lección futbolística en Lyon y ahora no tiene margen para el error si quiere progresar a la siguiente ronda del torneo.

14 años pasaron desde aquella pobre y horrible participación como coanfitrión de la Euro 2000 a este reencuentro con el torneo máximo del continente. En esa edición los desvanecidos diablos rojos también compartieron grupo con Italia y Suecia, y el resultado fue el mismo. ¿Cómo explicar las diferencias de esa derrota con esta? Pasada la preparación, que dejó varias dudas, los dirigidos por WIlmots salieron al campo de juego con una pesada mochila: confirmar su condición de candidatos. Del otro lado, los de Conte plantaron línea de 3 con un mediocampo plagado por 5 volantes, con dos carrileros. Un revival del Catenaccio.

Curiosamente, ante tal pasividad, el que decidió salir a jugar de contragolpe fue Bélgica. Cedió la iniciativa ante un equipo que hacía lo mismo pero que al ir hacia adelante no dejaba huecos en el fondo. Los titulares de Bélgica trajeron la línea de 4 que invita al debate. Ciman pasa al lateral derecho y Vermalen y Alderweireld son los centrales. En teoría, Toby no te va a dejar pasar una al lado de Vermaelen. Pero este planteo rescinde la salida por las bandas. Bélgica no tiene laterales de nivel por fuera de Vertonghen y Alderweireld. Y, como no podía ser de otra manera, el gol llegó por una insólita distracción de la dupla central.

Ck2tmKDVAAMxNql
Hasta la Gazzetta de lo Sport sabía como vulnerar a Bélgica.

Y ante el error, el pánico. Bélgica nunca agarró el protagonismo. De Bruyne se diluyó. «Kevin tiene que ser el patrón del mediocampo» sentenció Wilmots «y hoy falló. No sabemos que le pasó. En los entrenamientos lo hizo bien». Igual Marc, todo bien con el mal partido de Kevin, todo mas o menos con la displicencia ya habitual de Hazard, pero sacar a Nainggolan, el único del medio que entendía como jugar, no tiene excusa. «Lo deje a Fellaini adentro por su poder de ataque, por eso saqué a Radja. Podemos discutir largo y tendido, pero fue solo una decisión».

Lo cierto es que con los cambios poco cambió en Bélgica que fue por obligación a buscar el arco italiano, y no por convicción. Mertens aportó destellos de su juego vertiginoso. Carrasco, que no está al 100%, también desequilibró por su banda. Origi mostró en 20 minutos que tiene más méritos para jugar que Lukaku, de partido olvidable. Pero va a hacer falta mucho más, de parte de todo el equipo, para revertir la situación.

Ahí está la palabra clave:equipo. Italia lo fue y se llevó el partido, inclusive ampliando el marcador con un gol táctico que deberían mostrar en cada ejemplo de contragolpe a equipo disminuido. Bélgica no fue ni siquiera la suma de sus individualidades. Hoy, los diablos restaron. Suecia e Irlanda empataron y el sábado será el segundo partido. «Tenemos que concentrarnos en ganar los dos partidos que vienen porque queremos avanzar. Ciertamente no fue todo negativo hoy» no se que decirte Marc. No le vimos nada positivo.

Algo más que una generación dorada

portadas

Hoy el mundo del fútbol amaneció con un hecho histórico; por primera vez Bélgica ocupa el primer lugar de la Clasificación Mundial FIFA. Una Selección que hace siete años alcanzaba su más baja ubicación desde que se instauró el ranking en 1993 al figurar en el escalafón 71, hoy llega a la cima debido a una reformulación de sus bases que hizo que la llamada «segunda generación dorada» sea un producto de ese trabajo y no una mera casualidad.

La decisión del jamaiquino Peter Prendergast de sancionar una inexistente infracción de Marc Wilmots sobre Roque Junior cuando el juego todavía estaba igualado cambió por completo el rumbo del partido. Brasil terminó imponiendose por 2-0 con goles de Rivaldo y Ronaldo y la Selección de Bélgica quedó eliminada en los octavos de final del Mundial 2002.

Sin embargo, el daño ya estaba hecho. El digno papel de los Diablos Rojos en Corea-Japón fue el último coletazo de un equipo de veteranos cuya debacle había comenzado a fines de la década de los noventa.

A pesar de ser un pequeño país con alrededor de once millones de habitantes en donde el ciclismo es igual o más importante que el fútbol, Bélgica ha logrado destacar a lo largo de la historia en el balompié, siendo potencia antes de la creación de la FIFA y teniendo sus años dorados en la década de los ochenta. Con jugadores como Jean-Marie Pfaff, Michel Preud’homme, Enzo Scifo, Jan Ceulemans, Franky Van der Elst y Eric Gerets, entre otros, Los Diablos Rojos obtuvieron el subcampeonato en la Eurocopa de 1980 y terminaron en cuarto lugar en el Mundial de México 1986.  Sumados al tercer puesto en la Euro que ellos mismos organizaron en 1972, esos son los máximos logros que ha conseguido esta humilde Selección.

Jan Ceulemans vs URSS en México 1986. (AFP)

Pero el recambio no llegó, el fútbol cambió, Bélgica no se aggiornó y los años noventa fueron testigos de la caída de un equipo que, luego de perder los tres partidos en el Mundial de Francia 1998, iba a sufrir una última humillación en la Eurocopa que organizaron junto a Holanda en el 2000, en la que tras vencer a Suecia en el debut, cayeron frente a Italia y Turquía y se despidieron en primera ronda.

El caso de Bosman en 1995 (paradójicamente un futbolista belga) había llevado a que la liga de Bélgica se debilitara al ver a sus jóvenes talentos marcharse a países con ligas más competitivas como Francia y Holanda.  La humillación sufrida en casa durante la Euro 2000 fue la gota que rebalsó el vaso. Los tiempos estaban cambiando en el fútbol europeo y Bélgica había quedado estancada.

Michel Sablon y el golpe de timón

Con el comienzo del siglo XXI la Real Federación Belga percibió que hacía falta un cambio rotundo y acudió al hombre indicado para llevarlo a cabo. Michel Sablon había sido segundo entrenador de Guy Thys durante los Mundiales de 1986, 1990 y 1994. Vivió desde adentro tanto la época dorada como la decadencia del fútbol belga.

Michel Sablon inspiró el cambio en el fútbol belga.

Michel Sablon inspiró el cambio en el fútbol belga.

Desde su cargo como director técnico de la Real Federación, se tomó su tiempo para realizar un diagnóstico de la situación antes de elaborar y  presentar su propuesta. Acudió a la Universidad de Lovania para llevar a cabo una investigación en el fútbol juvenil, la cual consistió en la filmación de más de 1500 partidos en las distintas categorías. El estudio demostró que se estaba haciendo énfasis en ganar y conseguir buenos resultados y no en el desarrollo de los futbolistas. Niños menores de diez años estaban jugando partidos en los que tocaban una sola vez el balón en media hora. Algo no estaba bien en el sistema.

Aunque había sido un fracaso desde lo futbolístico, la Eurocopa que organizó Bélgica había dejado importantes ganancias para la Federación. Sablon se encargó de que se invirtieran en la formación y encargó la construción de un Centro Nacional de Fútbol en Tubize,  en las afueras de Bruselas.

El equipo de trabajo encabezado por Sablon se inspiró en la tarea que estaban llevando a cabo en los países vecinos de Francia y Holanda para diagramar un plan de trabajo dirigido hacia tres grupos específicos. En primer lugar, los clubes, segundo las selecciones nacionales y tercero los entrenadores de las escuelas. El mismo contaba con un conjunto de directivas que apuntaban a unificar el esfuerzo de los tres grupos bajo un mismo objetivo.

Una de las principales órdenes para aquellos que estaban a cargo de la enseñanza del fútbol en Bélgica se refirió a un cambio de táctica. La mayoría de los equipos en Bélgica a fines de los noventa estaban jugando 4-4-2 o 3-5-2, con una propuesta defensiva que se apoyaba en el contraataque. Es por eso que buscaron modificar este estilo de juego y obligaron a los equipos menores de menores de 18 años a jugar con un 4-3-3. Se apuntaba a desarrollar jugadores con mayor riqueza técnica, haciendo foco en las habilidades para el regate.

Bajo esta misma premisa, también se cambió el sistema de competencia en las categorías infantiles.  Con el objetivo de profundizar en la técnica individual, se realizaría una transición hacia el fútbol de 11vs11 que pasaría de enfrentar equipos de dos jugadores, de cinco, de siete y de ocho a lo largo de las distintas categorías juveniles, antes de llegar al tradicional once por lado.

La otra arista fundamental del proyecto era abrir la práctica de fútbol para todos los niños del país, sin importar sus orígenes o sus condiciones sociales. La idea era utilizar el deporte como una herramienta de inclusión social. Bélgica contaba con una enorme cantidad de población de origen africano que no era tenida en cuenta por el sistema futbolístico. Apenas los hermanos Mpenza son un caso aislado de jugadores negros que triunfaron con los Diablos Rojos. Sablon veía aquí una buena oportunidad para aprovechar la fortaleza física y la destreza de estos hijos de inmigrantes que podían enriquecer el fútbol belga.

La Droixhe, barrio en la periferia de Lieja, de donde salieron jugadores como Benteke y Witsel.

No fue para nada sencillo, pero a fuerza de presentaciones, reuniones, estudios y demostraciones, Sablon de a poco fue logrando que lo escucharan y que tanto en las escuelas como en los clubes adoptaran sus medidas para trabajar en el desarrollo de los futbolistas. Fueron años difíciles, en los que los resultados no acompañaron y el proyecto fue altamente cuestionado. Bélgica pasó de ocupar el puesto 16 del ranking FIFA en 2003 al 45 en 2004, y la caída continuó en los años siguientes.

2007, una nueva esperanza

Los resultados de la Selección Mayor no hicieron más que empeorar. Pasaron distintos entrenadores pero el panorama no cambiaba. Los Diablos Rojos fallaron en clasificar a las Eurocopas de 2004 y 2008, así como al Mundial de Alemania 2006. En el año 2007 Bélgica tocó su posición más baja en la Clasificación Mundial FIFA: el puesto 71. Pero justo cuando las críticas al proyecto de Sablon se escuchaban con mayor fuerza, apareció un destello de luz, algo a lo que aferrarse para defender el trabajo que se venía llevando a cabo.

En mayo de 2007 Bélgica organizó la Eurocopa Sub-17 y alcanzó las semifinales del certamen, quedando eliminada por penales ante España, que luego vencería a Inglaterra en la final. Esta fue el primer resultado positivo del proyecto que se había puesto en marcha seis años atrás. Sin embargo, de ese equipo que despertó la esperanza solo cuatro futbolistas sobrevivieron: Guillaume François (Sporting Charleroi), Nill De Pauw (Guingamp), Christian Benteke (Liverpool) y Eden Hazard (Chelsea). El resto no logró dar el salto de calidad y se perdieron en las divisiones inferiores del fútbol belga.

Hazard y Benteke, las dos caras conocidas.

Una de las claves del plan de Sablon apuntaba a que aquellos jóvenes que destacaban en las selecciones juveniles fueran ascendidos rápidamente a la siguiente categoría de edad para que pudieran aprender de los mayores y competir contra futbolistas de mayor calidad. Esto explica porqué Hazard, Benteke, François  y tantos otros tenían solo 16 años en aquella Eurocopa Sub-17. Sin embargo, también puede ser el motivo por el cual muchos no lograron dar el siguiente paso, como sí lo hizo Eden, quien con solo 17 años debutó en la Selección mayor. Pero claro, hablamos aquí de un fuera de serie.

De todos modos, no fueron solo los más chicos los que alimentaron la esperanza. En junio de ese mismo año se llevó a cabo en Holanda la Eurocopa Sub-21 y Bélgica también fue semifinalista allí. El equipo entonces dirigido por  Jean-François de Sart cayó por 2-0 ante Serbia y se quedó en las puertas de la definición. Thomas Vermaelen, Nicolas Lombaerts, Jan Vertonghen, Kevin Mirallas, Guillaume Gillet, Sebastien Pocognoli, Marouane Fellaini, Laurent Ciman, Anthony Vanden Borre y Axel Witsel son algunos de los jugadores que formaron parte de ese seleccionado. Algo estaba cambiando…

La unión hace la fuerza

El diseño de Sablon comenzó a dar frutos. Pronto, equipos de ligas como la Eredivisie, la Ligue 1 y la Premier League comenzaron a tomar nota del buen trabajo que se estaba realizando en la formaciones de juveniles en Bélgica y apuntaron sus cañones hacia allí. Con mayor capacidad económica y por ende mejores instalaciones de trabajo, le ofrecieron a los talentos belgas la oportunidad de emigrar cuando todavía eran adolescentes y completar su formación en el extranjero.

Los ejemplos son múltiples. Thomas Vermaelen, Jan Vertonghen y Toby Alderweireld recalaron en la academia del Ajax cuando tenían entre 15 y 16 años. Hazard llegó a Lille con 14, misma edad que tenía su hermano Thorgan cuando fichó por Lens. Divock Origi tenía 15 cuando partió rumbo a Lille, mientras que Zakaria Bakkali arribó a PSV con solo 12 años. Thibaut Courtois ya era titular en Atlético de Madrid con 19,  al igual que Romelu Lukaku en la Premier League. La lista es infinita y demuestra que la gran mayoría del plantel actual de Bélgica ya jugaba en el exterior a los 21 años.

Atrás quedaron los Vercauteren, van der Elst, Ceulemans, Claesen y demás apellidos de tradición belga. Ahora en los Diablos Rojos ya se podían encontrar jugadores de origen congoleño como Kompany y Benteke, magrebí como Fellaini y Chadli, y de todas partes del mundo como Mirallas, con raíces españolas, Nainggolan, de padre indonesio, Witsel, de origen martinicano, o el caso reciente de Januzaj, quien tenía la opción de optar por seis nacionalidades distintas.

Esta mezcla de jóvenes talentosos con orígenes de lo más variado volvió a despertar la esperanza de los belgas en su selección. Sin embargo, los Diablos Rojos no lograron clasificar al Mundial de Sudáfrica 2010 y, a pesar de cambiar de entrenador,  volvieron a fallar en el camino a la Eurocopa 2012. Bajo el comando de George Leekens, Bélgica no era más que un rejunte de individualidades prometedoras, pero sin espíritu de equipo. Cada uno tiraba para su lado, no había una idea de unidad.

Leekens no logró despertar el espíritu nacional en los jugadores.

Como un reflejo del momento que atravesaba la selección belga, en mayo de 2012 Leekens dejó su cargo tras recibir una oferta del Club Brujas. Sí, priorizó un club belga antes que la selección. Aunque claro, de todos modos ya no tenía respaldo en el combinado nacional. En su lugar, la Federación apuntó a Marc Wilmots, quien había sido asistente durante los últimos dos procesos.

El N° 1.

Wilmots fue un referente de los Diablos Rojos en la década del noventa y portó la cinta de capitán en la última Copa del Mundo que disputaron. Tras su retiro, tuvo un breve paso por la política, donde desde su rol como senador intentó aportar para generar unión en un país que ha estado históricamente dividido entre valones y flamencos, dos regiones que incluso tienen cada una su propia lengua. Pero lo suyo es el fútbol, y es por eso que aprovechó la oportunidad que se le presentó para llevar a cabo su misión allí y difundir sus ideales en el equipo nacional.

Hoy los Diablos Rojos son un símbolo del país. Han logrado unir a una población multicultural. Tous Ensemble (Todos Juntos) es el lema, lo que cantan los aficionados cada vez que agotan las localidades del Estadio Rey Balduino o cuando acompañan a su equipo por Europa. Hay toda una estrategia de marketing detrás de los Diablos Rojos, pero esa parafernalia jamás hubiese funcionado sin los resultados deportivos que se consiguieron de la mano de Marc Wilmots.

El exjugador de Schalke 04 tomó el mando con Bélgica en el puesto 44 del ranking FIFA. Para fin de año ya había logrado subir hasta el 21° escalón. Wilmots dejó atrás las barreras culturales e idiomáticas y le dio identidad al equipo. El carácter que demostraba en su época como jugador se vio reflejado en sus dirigidos, quienes comenzaron a acoplarse y a potenciar sus individualidades. Momentos de buen fútbol y buenos resultados llevaron a que el nuevo entrenador consiguiera el objetivo para el cual había sido contrato: volver a un Mundial.

Bélgica ganó invicta su grupo de Eliminatorias para Brasil 2014 con ocho triunfos y dos empates y consiguió así el boleto a la Copa del Mundo después de doce años sin jugar ningún torneo mayor. Los Diablos Rojos llegaron al Mundial como la 11° mejor selección del mundo y terminaron el certamen en el sexto lugar, luego de caer ante Argentina en los cuartos de final.

Esto recién comienza

Después de regresar a un Mundial, el siguiente objetivo era volver a una Eurocopa, algo que consiguió el equipo de Wilmots en la última fecha FIFA. Los Diablos Rojos cerraron su participación en las Eliminatorias para Francia 2016 con triunfos sobre Andorra e Israel y se clasificaron como líderes del Grupo B con siete victorias, dos empates y una derrota.  Además, aprovecharon los traspiés de Alemania y Argentina durante octubre y consiguieron un hecho histórico: escalar al primer lugar de la Clasificación Mundial FIFA.

Ahora los cañones belgas apuntan a la Eurocopa de Francia, donde buscarán explotar la madurez de este equipo que ya se afianzó y ganó en el último Mundial el roce internacional que le faltaba. Esta selección va a llegar como una de las candidatas a pelear por el título y todos en la tierra de los waffles y las papas fritas sueñan con poder conquistar su primer a Euro en el país vecino.

Pero a no desesperar. Hay que hacer caso omiso a quienes pregonan que si los Diablos Rojos no logran el título el año que viene todo este esfuerzo y está «generación dorada» habrá sido en vano. Si hay algo que estamos señalando aquí es que el proyecto belga va más allá de los jugadores que hoy visten la camiseta de la selección. Ellos son recién el comienzo de un trabajo que comenzó hace unos quince años y que hoy se está buscando profundizar.

Sobre las bases del diseño de Sablon, en la Federación Belga siguen elaborando esquemas de trabajo para que el desarrollo de sus futbolistas no se quede estancado y se adapte a la coyuntura. En 2012 se inauguró un nuevo proyecto bautizado Gagner et grandir (Ganar y crecer), el cual incluye nuevas directivas dirigidas a los encargados de la formación de jóvenes con la idea de no salirse del camino.

Hoy Bélgica cuenta con una gran cantidad de jóvenes talentosos que están esperando su chance en la Selección detrás de los actuales Diablos Rojos y el buen presente de la Sub-17, semifinalista en la última Eurocopa y de gran andar en el Mundial de Chile demuestra que más abajo también hay chicos con mucho futuro, capaces de asumir el reto de mantener a Bélgica donde logró colocarla el equipo de Wilmots y por qué no, ir un paso más allá y darle a su gente ese título que le ha sido esquivo a lo largo de su historia.

El futuro de los Diablos Rojos.

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)