Generación Dorada

La semana pasada

Era una tarea mundana en el trabajo, como estoy seguro todos tenemos. Donde poco es requerida la atención y los hemisferios se relajan, como cuando uno lava platos y siente que el cerebro lo abandona durante 30 minutos, en un merecido Spa mental. Lean, que es lo que están haciendo y es el apodo de Leandro, se acercó a hablar de lo que nunca se puede dejar de hablar. Porque en la edad de Lean, cualquier minuto muerto puede ser llenado con fútbol, rasgo que compartí con la misma pasión cuando tenía sus años, y ahora ejercito cuando puedo, pero no siempre que puedo.

Pasados los temas que se liquidan en minutos, como si Gareca no firmó con ningún club porque la salida de Ramón Díaz es inminente (estoy convencido de esto,  dejenme soñar), llegamos al punto álgido que no tenía deseo de tocar. El Balón de Oro me resbala. Me patina. Me driblea. Le soy tan esquivo como lo fue el mismo, durante cuatro años, a Cristiano Ronaldo. Lean quién, repito, es joven, se mostró convencido de la merecida futura -ya pasada- victoria del luso. Furia máxima.

Sin embargo, procedí con el intercambio porque mi interlocutor se merece mi atención. Porque para su edad, un hincha de Racing y el Arsenal bueno, wafflista de la primer hora, incluso germinador en conjunto de la idea que nos reunió a todos hace un año, merece que sus palabras sean respetadas.

Tras un par de insultos sobre las múltiples deficiencias de CR, me enfundé atrás de la gigante espalda de Franck Ribéry. Campeón de todo y clave en su equipo. Cierto es, como se encargó en subrayar Lean, que hay jugadores más determinantes, quizás, en el titan alemán. El tandém Martinez-Schweinsteiger, la irrupción de Alaba, la labor desde las sombras de Muller. La sangre helada de Robben. En definitiva, un equipo.

El Lunes

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La ceremonia me encontró libre y en casa. Elegí no mirarla, anticipando una injusticia consumada. Twitter fue más fuerte. Corte mi  autocensura con una sentencia: No hay jugadores de la Premier League en el FIFPro World XI. Así estamos.

El resto fue un descargo, casi un berrinche, contra la FIFA. Palabras de las que no me arrepiento porque siento. Si me arrepiento de haber entrado en el juego. Entre otras cosas, dije y creo lo siguiente:

La FIFA destaca al jugador modelo que no necesita a nadie, que no ayuda a nadie. La frutilla sería que Cristiano Ronaldo gané un balón de Oro: el único jugador con números increíbles que no gana nada con su equipo. Los pibes quieren ser como Cristiano Ronaldo, lindos, cancheros, arrogantes. Juegan solo para ellos mismos. Después nos quejamos cuando en Argentina aparece un pibe rapado y con jopo, tatuados los brazos, que no sabe patear un corner. Estamos enseñando con el ejemplo que lo importante en el fútbol es lo individual. Un horror. «Ponerse la camiseta» no es cargar con un equipo. Es entender que sos parte de un equipo, dependen de vos y dependes de ellos.

La FIFA, que es una empresa, prefiere lucrar con la imagen de un jugador que se muestre solo en su causa. Porque la FIFA no puede vender un intangible: el trabajo en equipo y el esfuerzo individual no son productos. Messi es el tipo que podría sanar al fútbol, pero la FIFA hace foco en el costado que ellos quieren vender del jugador. Cristiano Ronaldo es el producto perfecto que quiere comercializar la FIFA, pero nunca va a lograr los lauros de Lionel. ¿Entonces? La FIFA te deforma a Messi a su gusto, y te empuja el arquetipo CR7 por la garganta.

La FIFA quiere convertir el fútbol a la dinámica del ATP o la NBA. Mega estrellas individuales. Es el individualismo y la devoción a el lo que va a matar al fútbol como lo conocemos.

Y acá vuelvo a escribir desde la voz del ultraje, como Cristiano mismo lo hizo durante cuatro años.  El formato MVP, sea de la NBA, NFL o MLB, falla en el fútbol. Porque la concepción de esos deportes es singularmente distinta al nuestro. En el fútbol importa el equipo. No hay individuo sin equipo. La Premier tiene equipos, La Liga tiene rejuntes de individualidades.

¿Cómo pueden premiar al tipo de los 90 goles que no ganó un solo torneo en la temporada pasada? La ineficacia es premiada en pos de, ¿de que? ¿De la habilidad en la bicicleta de CR? ¿De su pinta? ¿Del culo de Irina?

Cristiano Ronaldo vino a continuar el legado de Pelé, figurita de la FIFA. Todo lo que Maradona no quiso ser y a Messi no le interesa. Hay que seguir vendiendo al fútbol como producto, y esto es harto más fácil con un «poster boy» salido de Hollywood.

El Martes

Puse atrás las Molotov y la bandera gigante de la Yihad Franck Ribéry y fui a trabajar. Lean tardó poco, poquisimo, en decirme «¿viste Bobi Bryant?, ganó Cristiano». Le siguieron 15 minutos de acalorada discusión de la que hoy me arrepiento.

En 2015 se estrena, si Yoda permite, el Episodio VII de Star Wars. Una franquicia revitalizada por Disney. Soy fan desde los 12, pero entiendo, como se encargaron de explicar los encargados, que estas nuevas entregas están dirigidas al público de los 00’s y no al de los 70´s y 80´s. Tiene sentido. Y seguro van a estar buenisimos, por más que intenten hacernos a un lado con reafirmaciones de un estilo y un código que nos es ajeno.

El fútbol está igual. Crecí con Zidane, Batistuta, Rivaldo y Litmanen. Las ligas de Cristianos Ronaldos, Gotzes y Chicharitos Hernández no buscan mi amor. La FIFA no me quiere, y es hora de aceptarlo y volver al potrero.

franckito
Autor: Fede Praml (@tuitbol)