Era por arriba

Bélgica metió 3 goles en 25 minutos para dar vuelta un 0-2 en el segundo tiempo, le ganó a Japón por 3-2 con un tanto de Chadli sobre la campana y jugará contra Brasil en los cuartos de final de Rusia 2018.

ÉPICO. Bélgica selló la remontada con el tiro del final. (Photo by Kevin C. Cox/Getty Images)

Difícilmente veamos en este Mundial un partido con mayor grado de emoción y épica como el de este lunes entre Bélgica y Japón en Rostov, o por lo menos uno que tenga a los Diablos Rojos como protagonistas. Una remontada que va a quedar guardada en la historia de los Mundiales y que le sirvió a este equipo para evitar la vergüenza que hubiese significado quedarse afuera en octavos de final contra Japón, después de lo que pasó con Gales en la Eurocopa.

Ante el que era un rival menor en los papeles, pero sabiendo que en octavos ya no hay adversarios fáciles (si no preguntale a España), Bélgica no hizo un buen partido. Los viejos fantasmas aparecieron gracias a un Japón que supo desnudar y explotar al máximo las falencias defensivas del equipo de Roberto Martínez. Pero Japón también le tocó el orgullo al equipo, y ahí se vio el cambio y la madurez que ya veníamos marcando. Bélgica no se calló, lo peleó hasta el final y con mucha inteligencia, huevos y algo de fútbol logró una remontada apoteósica.

Como era de esperarse, Bob salió con el 11 de memoria, con la novedad del regreso de Kompany, ya recuperado -aunque no se lo vio del todo bien física ni futbolísticamente-, en lugar de Boyata. El 3-4-3 (o 3-4-2-1) que implementó Martínez desde su llegada fue la solución que encontró para la escasez de laterales, pero no terminó de resolver la defensa por las bandas, ya que, como suele pasarle a las defensas de 3 hombres, el vacío que deja la la espalda de los carrileros suele ser la zona más vulnerable. La otra gran falencia defensiva pasa por la contención. Bélgica no tiene un 5 de corte, juega con Witsel, que si bien se acostumbró a esa tarea es más posicional y no tanto de quite, y De Bruyne, un 10 devenido mediocentro. A este equipo le cuesta horrores recuperar la pelota en mitad de cancha. Ni bien la pierde presiona alto para intentar robar en campo rival, pero cuando no lo logra, el medio pasa a ser rápidamente un espacio de transición, el cual su rival supera sin mayores inconvenientes, acercándose peligrosamente al área de Courtois.

Esas fueron las falencias que detectó el DT de Japón Akira Nishino y que supo aprovechar a la perfección durante todo el partido. Por la lógica diferencia de calidad de planteles y por cómo se dio el partido, Bélgica generó más situaciones de gol y terminó siendo un justo vencedor, pero eso no opaca la gran tarea de los nipones, que le dieron un dolor de cabeza tremendo a la defensa belga y se pudieron haber llevado la victoria tranquilamente, incluso después del 2-2.

Falencias en la transición de ataque a defensa.

El primer gol cayó a los 3 minutos del segundo tiempo con un buen contragolpe de los asiáticos, que tuvo un error individual de Vertonghen como protagonista, pero que también demostró los problemas de retroceso de Bélgica. Shibasaki toma la pelota en mitad de cancha con Bélgica corriendo para atrás y marcando mano a mano. De Bruyne es quien está más cerca y asoma a marcarlo, pero no lo aprieta, lo deja dar el pase tranquilo. Cuando sale la asistencia, los defensores están retrocediendo y prácticamente en línea, especialmente Kompany y Vertonghen. Esto provoca que, con la pifia de Vertonghen, Kompany queda muy lejos y no alcanza a cerrarle la espalda como debería hacer el líbero. Después, Haraguchi hace todo bien: amaga a enganchar para frenar el cruce de Jan y define bárbaro al segundo palo.

Si hablábamos de madurez y de cómo el equipo reacciona de manera distinta ante la adversidad a como lo hacía años atrás, Bélgica tuvo el 1-1 inmediatamente después del gol con un remate de Hazard que reventó el palo. Pero 3 minutos después vino el segundo gol de Japón con el bombazo de Inui desde afuera del área y ahí el equipo sí que sintió el golpe.

Si el primer gol tuvo como protagonista un error individual, el segundo sí que es todo colectivo y resume uno de los grandes déficits defensivos del equipo. Cuando Kagawa suelta la pelota atrás para Inui, Bélgica tiene 5 jugadores en línea al borde del área con un solo jugador japonés dentro de la misma, mientras que hay 3 esperando afuera del área sin marca y solo De Bruyne merodeando esa zona. Inui recibe solo, la acomoda y saca el derechazo antes de que llegue la presión de Witsel, que era el mismo que estaba siguiendo a Kagawa. 5 jugadores de Japón en la foto del gol y 7 de Bélgica, pero solo 2 tomando marca; el resto,mira.

Sobran belgas en el área.

Ese segundo gol desmoronó a Bélgica. 0-2 con media hora por jugar, se te llena la cabeza de dudas. Ya estábamos en cuartos y de pronto parece que nos podemos quedar afuera en octavos. Esas dudas se notaron en el equipo. Ya no tenía la pelota, los problemas defensivos estaban más expuestos que nunca y era solo meter y rezar para evitar un tercer gol de Japón. Quedaba claro que había que cambiar algo, la respuesta tenía que llegar desde el banco. Un cambio de jugadores, de esquema; algo distinto, porque lo que se había hecho hasta ahí no estaba dando resultado. No obstante, esa respuesta tardó en llegar. 13 minutos pasaron entre el gol de Inui y los cambios de Bélgica, 13 minutos que parecieron una eternidad porque Bélgica ya ni siquiera hacía pie adentro de la cancha.

En lugar de volverse loco, improvisar o mandar delanteros a la cancha, Roberto Martínez se tomó esos 10 minutos para pensar cómo destrabar la situación. El primer pensamiento, por lo menos nuestro, fue el que se terminó imponiendo: activar el Plan B, más conocido como el Plan Fellaini, que ya le había dado frutos a Wilmots en Brasil 2014 y que tantas veces utilizó Mourinho en Manchester United. Bob se dio cuenta que «era por arriba». Y sí, con un plantel que tiene un promedio de altura de 1,85 cm contra uno de 1,78 cm, había que intentar por ahí. Sumale a eso el ingreso de Fellaini (1,94 cm), el mejor cabeceador de la cancha, y un arquero como Kawashima que sacó todo, pero demostró un montón a la hora de salir de abajo de los 3 palos. Fellaini entró por un desaparecido Mertens y también entró Chadli por Carrasco, quien no pudo desequilibrar en ataque y sí había sido factor de desequilibrio pero para los japoneses cuando atacaron por su lado.

Minutos después de los cambios, decíamos en Twitter que solo un gol de ojete podía despertar al equipo. El equipo se notaba muy golpeado, resignado a ir a buscar el gol por la vía área y necesitaba ese golpe de suerte, esa jugada fortuita para hacer resurgir la esperanza y quedar a tiro del empate. Y ese «gol de ojete llegó», tan solo 4 minutos después de los ingresos de Chadli y Fellaini y justamente por la vía área: Vertonghen intentó devolver la pelota al corazón del área en una segunda jugada de pelota parada y terminó clavando en el segundo palo, por encima del arquero nipón.

El bombero de afro rubio. (Photo by Kevin C. Cox/Getty Images)

De estar prácticamente muertos y a dos goles de distancia, de repente hacía falta solo un tanto para forzar el alargue y quedaban todavía 20 minutos por delante. Ahora sí, agarrate. Solo cinco minutos después, Hazard hizo una de sus jugadas habituales por izquierda, enganchando para dentro, después para afuera, sacó centro de zurda y apareció ÉL ¿quién si no? Fellaini entró sin marca en el borde del área chica y metió un frentazo salvador para empatar el partido a 15 minutos del final. 2-2 y todavía hay tiempo, ahora lo quiero ganar.

Lo que pasó en los siguientes 15 minutos no tiene mucho análisis. Dos equipos partidos y desgastados que sabían que el esfuerzo que habían hecho para ponerse en ventaja en un caso o empatar en el otro se podía esfumar en un abrir y cerrar de ojos. Bélgica lo fue a buscar, y estuvo cerca, pero se desprotegió y en en los minutos finales casi lo pierde. La última la tuvo Japón: tiro libre frontal al arco a 35 metros. Honda sacó un potente fierrazo combado que obligó a Courtois a sacarla al corner. Y ahí la gran duda. Tiempo casi cumplido, ¿qué hacemos?, pensaron los japoneses. Jugarla corta y esperar el alargue o ir a buscar ganarlo de arriba. Optaron por lo segundo, aunque sin desprotegerse: pusieron 4 jugadores en el área, una opción en corto y otro esperando el rebote en la medialuna.

Pero el centro, flotado, fue directo a las manos de Courtois, quien, activó el contragolpe con un pase de bowling para De Bruyne. La ejecución de la contra fue perfecta. KDB recibió lanzado y sin marca, con 3 nipones en el fondo defendiendo a Lukaku y 3 compañeros corriendo a toda velocidad, aventajando a los 4 japoneses que retrocedían. Acá juega un papel fundamental Lukaku. Recostado por la derecha, corta en diagonal al medio, arrastrando marcas y abriéndole ese hueco a la escalada de Meunier. De los 3 japoneses que defendían, uno le salió a De Bruyne. Quedaron 2 para tomar Lukaku, pero cuando recibe Meunier, uno le tiene que salir. Queda uno con Lukaku. Meunier la devuelve al medio de primera, la pelota le queda algo retrasada a Romelu y ahí viene la segunda genialidad del 9: aguanta la marca de Hasebe y levanta la pierna para que la pelota pase y le quede a Chadli, que corrió de área a área y terminó definiendo abajo del arco para sentenciar la remontada al minuto 94.

El manual del contragolpe.

Bélgica superó una nueva prueba y dio una muestra de carácter. Apareció esa mentalidad ganadora de la que tanto hablaba Martínez que se necesita en este tipo de competencias. Pero una cosa es clara: así a Brasil no le ganás. Contra un rival de la jerarquía de Brasil, si el partido se da como el de hoy, te volvés a casa, porque no te perdonan y porque no te brindan las facilidades e ingenuidades que te da un Japón a la hora de atacarlo.

Martínez deberá tomar el partido de hoy no solo como ejemplo sino también como enseñanza. ¿Cambiar el esquema? ¿Mantener a Kompany? ¿Chadli de arranque? ¿Reforzar el mediocampo? Quedaron muchos interrogantes y el español tiene 4 días para despejarlos y planificar el partido del próximo viernes a las 15 horas de Argentina contra Brasil en Kazán, por los cuartos de final de Rusia 2018.

En la conferencia post partido, Roberto Martínez dijo que la presión de la responsabilidad le pudo haber pesado al equipo y que estando 0-2, perdido por perdido, se soltaron y pudieron disfrutar. Ahora, dice el DT, la situación va a ser al revés contra Brasil, donde el candidato es el equipo de Tite y Bélgica tiene que salir a disfrutar del juego. Desde el minuto cero, Bob le sacó la presión a sus jugadores y pateó la pelota a la vereda de enfrente. En vos confiamos, Bobi.

Dos plenos para Martínez con los cambios. (Photo by Catherine Ivill/Getty Images)

Por Joaquín Mosquera (@joaquinmosquera)

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